El partido más grande y mejor organizado de Venezuela, el PSUV, legado indeleble del  genio del Comandante Supremo y Eterno Hugo Chávez,  hoy tiene la responsabilidad de escoger desde la conciencia de sus militantes, a los próximos candidatos y candidatas para la Mega Elecciones de Noviembre.

Una tarea cuyo nivel de complejidad implica asumir la evaluación individual y colectiva de cada mujer y hombre postulado para tal fin, y en el orden revolucionario de las cosas, está dirigida a ratificar a la luz de la dialéctica del chavismo, las líneas políticas que definen nuestra condición de Revolucionarios, Bolivarianos y Patriotas, claramente establecidas en la doctrina liberadora y comprometida con el socialismo del Siglo XXI del Plan de la Patria.

En ese sentido, ante la pregunta ¿Quién o quiénes son los mejores precandidatos? la respuesta es contundente; serán aquellas y aquellos que se asuman como mandantes de un pueblo consciente, que sin extravíos rechaza: “al cálculo politiquero que cuenta votos y obvia valores; a la maniobra rapaz contra el hermano adversario en la contienda interna; a  los tonos discursivos escatológicos y vacuos sin ética ni moral revolucionaria; a las dádivas y los chantajes que algún extraviado y/o coleado pretenda dispensar para intentar ganar el apoyo de las y los revolucionarios”.

 Con ese alto nivel de exigencia de las y los militantes Revolucionarios Chavistas, serán escogidos los candidatos de la patria,  para participar en las elecciones de noviembre de este año y quienes por incomprensión del momento histórico o desespero por ser nominado, intenten imponer las maniobras antes mencionadas dentro del PSUV, serán desplazados como  opción a elegir, pues de poco o nada, sirven a la patria, quien mire en el enemigo histórico su ejemplo a seguir, además que cada militante del partido, es un dirigente, formado en el combate social y preparado política e ideológicamente para evaluar y discriminar cada precandidato.

Tal como lo establecen las normas que rigen las elecciones internas del partido, las primarias del PSUV son una escogencia a conciencia y no un certamen burlesque para elegir a quienes sin comprometer palabra y acción por la revolución y el legado chavista, se presentan entre luces y consignas vacías, como quien participa para ser reina de carnaval.

Estoy seguro que nuestros candidatos serán los mejores y lucirán más por su compromiso con el servicio al pueblo, que por el tamaño de los egos exacerbados por los lisonjeros de oficio. Pero no podemos descuidarnos, ni obviar a los enemigos de la patria, menos separar la confrontación electoral del debate sobre la coyuntura que atravesamos frente al imperio y sus ataques continuados.

Hasta ahora salvo contadas excepciones y algunos sancionados por las normas internas, el debate entre precandidatos,  gira en torno a propuestas que potencian los esfuerzos por el logro de la mayor suma de felicidad posible para todos. Sin embargo, los enemigos de la paz, los eternos derrotados, individualidades auto excluidas de la lucha y del partido, han intentado infructuosamente escandalizar por los medios las  diferencias entre los precandidatos obviando la grandeza de esta convocatoria pre electoral.

Los chavistas somos irreverentes en el debate, pero disciplinados en nuestro accionar; entendemos que la convocatoria electoral de Noviembre será minada por la oposición de Fake News y muchas mentiras, pero confiamos en el poder popular y desde el Comando Político, Militar  de la Revolución al mando del Presidente Nicolás Maduro, así se ha establecido.

Está elecciones internas del PSUV, son ejemplo de lo que significa democracia participativa y protagónica, y más allá de las mezquindades de quienes por temor y subordinación al imperio adversan su propuesta, nadie puede negar que el Chavismo ejercer la democracia con todos y para todos. De allí que, en estas elecciones primarias, votaran los militantes de la revolución y todo aquel que esté inscrito en el registro electoral nacional, pues para el chavismo auténtico la disciplina está signada, dentro de las exigencias de la unidad como norma; la batalla como compromiso;  y la victoria como objetivo.

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