México ganado por la indignación
02 marzo, 2017
category: EDICIONES IMPRESAS
Movilizaciones contra Trump y Peña Nieto
Los presidentes de Estados Unidos y México son los blancos de protesta de la población. López Obrador gana espacio rumbo a las elecciones de 2018 y la corrupción amplifica el malestar social.
No han cesado las protestas que detonaron el 1 de enero contra el gobierno de Enrique Peña Nieto por el aumento de entre 14 y 20% de los precios de la gasolina. El resultado inmediato del levantamiento contra el presidente mexicano fue la anulación momentánea de un segundo aumento de 8% previsto para febrero. Pero a corto plazo el costo político podría pagarlo su fuerza, el Partido Revolucionario Institucional (PRI), en las elecciones de este año para las gobernaciones del Estado de México, Coahuila y Nayarit. También habrá elecciones para autoridades locales en esos estados y en Veracruz.
Las cuatro votaciones estatales marcarán el inicio de la carrera presidencial que culminará un año después, en junio de 2018. A esta altura, Peña Nieto tiene apenas 12% de aprobación y un fulminante 86% de imagen negativa, según los últimos números publicados en la prensa mexicana. Son cifras récord para un presidente que, encima de todo, debe lidiar con un cuadro económico difícil y el imprevisible gobierno de Donald Trump al norte de la frontera.
La economía mexicana y su dirigencia política están íntimamente subordinadas a Washington, por eso Peña Nieto quedó absolutamente descolocado y sin reacción ante la embestida humillante de Trump, que reafirmó que hará pagar la construcción de los tramos restantes del muro fronterizo a México y obligará al país a renegociar un acuerdo de libre comercio más favorable a Washington y, en consecuencia, más perjudicial para el país latinoamericano.
Para tratar de calmar las aguas, el 23 de febrero el canciller estadounidense, Rex Tillerson, y el secretario de Seguridad Interior, John Kelly, viajaron a México para reunirse con el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio y el secretario de Hacienda, José Antonio Meade. El canciller mexicano, Luis Videgaray, viajó dos veces a Washington en menos de un mes para organizar estos encuentros y la fallida reunión bilateral entre Trump y Peña Nieto.
Pese a estos intentos, el aspirante a embajador en Estados Unidos Gerónimo Gutiérrez advirtió en el Congreso que la relación bilateral está en un “punto crítico” y corre el riesgo de un “descarrilamiento mayúsculo”.
Protestas de doble dirección
A las manifestaciones contra el gobierno nacional se sumaron desde fines de enero las expresiones de repudio contra Donald Trump. La más organizada se produjo el domingo 12 de febrero bajo la consigna “Vibra México”, en busca de una respuesta nacional contra los ataques a los inmigrantes mexicanos y el país hechos desde la Casa Blanca.
Las protestas llegaron a 17 Estados con éxito dispar y tuvieron como denominador común el rechazo al muro fronterizo. La mayor concentración fue en la capital, donde unas 20 mil personas se reunieron al grito de “¡Fuera Trump!”, pero también aprovecharon para repudiar al gobierno mexicano con pancartas contra la corrupción y el Presidente. Algo similar ocurrió en la marcha de Guadalajara, de la que formaron parte unas 10 mil personas.
Sin embargo, algunos han considerado el día nacional de manifestación como un fracaso por el número de asistentes y cuestionaron a sus organizadores por insistir durante la convocatoria en que no hubiera expresiones en contra de Peña Nieto para dar un mensaje de “unidad nacional” contra Trump. Pero el rechazo al mandatario mexicano es tan amplio que igualmente las expresiones contra el gasolinazo, la desaparición de los 43 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa y los pedidos de renuncia estuvieron muy presentes durante toda la jornada.
Desde la ciudad estadounidense de Los Ángeles se sumó a la protesta el dirigente de centroizquierda Andrés Manuel López Obrador, donde encabezó un importante acto de solidaridad con los inmigrantes. “Estamos aquí para mostrar nuestro apoyo sincero, nuestra solidaridad con todos los migrantes, con los trabajadores de México y otros países que han venido a Estados Unidos a buscarse la vida”, afirmó el líder del partido Morena y agregó que convocará “a muchos abogados para defender a los migrantes de México y el mundo”. Su fuerza política busca reunir a un grupo de 100 abogados que defiendan solidariamente a inmigrantes.
El acto de López Obrador fue el paso previo de una gira que el 20 de febrero inició por Chicago, El Paso, San Francisco, Laredo y Nueva York entre otras ciudades.
En campaña
Luego de la aparición de López Obrador en Los Ángeles, la prensa estadounidense tomó la noticia y algunos medios como The Wall Street Journal hicieron hincapié en el fortalecimiento de este dirigente político de cara a las elecciones de 2018. Al registrar los problemas económicos que sufre México, el aumento de la pobreza, el repudio a Peña Nieto y el clima social generado tras el triunfo de Trump, el diario concluyó que López Obrador es hoy el máximo favorito a ocupar la presidencia desde el año próximo.
Si bien todavía ningún partido anunció su candidato para la presidencia, el líder de Morena es el más reconocido entre todos los posibles aspirantes al poder. A falta de nombres confirmados, se realizaron algunas encuestas con la pregunta: “¿A qué partido votaría para Presidente?”. Una de ellas, publicada por el periódico El Financiero a fines de enero, ubicó a Morena y el derechista PAN a la cabeza con 25%, al oficialista PRI segundo con 22% y al PRD con 9%. Otro medio, El Economista, difundió en febrero que el PAN lidera las preferencias con 18,8% (tras haber caído 1,4% desde septiembre), Morena lo sigue con 15,9% (tras subir 3,8%), PRI 13% (cayó 6,5%) y PRD 5,1% (cayó 2,7%). En ambos casos entre 30 y 40% de los consultados no expresaron preferencia alguna.
Al medir el rechazo a los partidos –según esta última encuesta– es elocuente el desprestigio del PRI (51,5%) y la debacle del PRD (30,7%), que ya es la cuarta fuerza en todas las regiones del país y continúa perdiendo referentes. La desorientación y la transformación del partido en mero aparato lleva a que los perredistas analicen una alianza con el PAN de Vicente Fox y Felipe Calderón, que gobernaron de 2000 a 2012. Un acuerdo semejante terminaría de vaciar el contenido ideológico del partido y consolidaría la posición de Morena, que ya es la primera fuerza en el centro y sureste del país según encuestas.
Ante la gran posibilidad de que López Obrador gane las próximas elecciones, el PAN presentó en febrero una propuesta de ley para establecer la segunda vuelta electoral. De aprobarse el sistema de balotaje, se cree que el PAN y el PRI –los partidos que hoy estructuran el sistema político en representación de los grandes capitales– acordarían un apoyo mutuo para evitar perder el poder frente al ex referente del PRD.
López Obrador se mostró tranquilo frente a la posibilidad de que se establezca un nuevo sistema electoral y continuó con su agenda política. El 19 de febrero firmó un documento titulado “Acuerdo político de unidad por la prosperidad del pueblo y el renacimiento de México”, en un acto público en Chiapas. Allí pidió dejar diferencias de lado para enfrentar a “las cúpulas del poder, la política y las finanzas”, a “la mafia que ha saqueado al país”. Y desafió al Presidente: “Si Enrique Peña Nieto no interpone la queja por violación a los derechos humanos de nuestros hermanos migrantes yo mismo iré a ponerla ante los organismos internacionales”, prometió.
En junio, su partido buscará arrebatarle el Estado de México al PRI, que llevará como candidato al primo del Presidente.
Bases de las protestas
La situación social que viven la mayoría de los mexicanos es muy delicada. Al aumento de la pobreza su suman el elevado porcentaje de informalidad laboral (más del 57%) y los bajos ingresos del 40,3% de la población ocupada que recibe menos de dos salarios mínimos por mes. El ingreso mínimo legal está por debajo de la línea de pobreza. Estos números se esconden detrás de la engañosa cifra oficial de desocupación: 3,54%.
El panorama futuro luce todavía peor. Antes que la elección de Trump golpeara la economía nacional, ya había comenzado la recesión industrial que continúa hasta hoy. La crisis parece estar a la vuelta de la esquina, con la profundización del endeudamiento para cubrir el creciente déficit fiscal y la dificultad de hacer ajustes ante el fuerte rechazo social. La deuda del sector público pasó de representar el 21% del PIB en 2008 a 48% al inicio de este año.
Sin embargo es la corrupción lo que más enardece a los mexicanos. Los números oficiales de la Auditoría Superior de la Federación (ASF) detectaron “irregularidades por 165 mil millones de pesos” (más de 8 mil millones de dólares) en la ejecución del gasto público del gobierno federal y los gobiernos estatales en 2015, según los últimos números disponibles.
El repudio a Trump no logra esconder la profunda indignación social que despierta Peña Nieto.