26 febrero, 2018
category: EDICIONES IMPRESAS
Turismo como política de Estado
En enero pasado ingresaron casi 500 millones de dólares, el doble del primer mes de 2017. Durante todo el año pasado este país de 3,6 millones de habitantes recibió 4,2 millones de turistas.
El turismo en Uruguay es una fuente de divisas para el país, con creciente impacto en el Producto Bruto Interno (PBI) nacional. Lo datos oficiales de 2017 y los de comienzos de este año muestran un crecimiento importante no sólo en cantidad de turistas sino también en los días que deciden permanecer en el territorio.
Los puntos más fuertes del desarrollo del sector lo marcan las condiciones del país, geográficamente definido como “penillanura suavemente ondulado”, sus índices de seguridad –con problemas, aunque inferiores a los presentados en buena parte de América Latina– y las políticas diseñadas en los últimos años por el Gobierno. No son menores dos cuestiones: una suerte de consenso sobre las políticas en la materia y la resignificación social del tema.
El país dispone de un Ministerio de Turismo; posee formación educativa terciaria en estos temas y fomenta la articulación del gobierno nacional con los gobiernos departamentales. Dentro de las políticas ministeriales se destacan la promoción y difusión del país en el exterior que se manifiesta en la disponibilidad de recursos y la presencia en ferias y eventos en la región y en otros continentes.
Miles de uruguayos trabajan en las actividades que rodean el turismo tanto en la capital, Montevideo, en plazas tradicionales como Punta del Este o Colonia y en otros múltiples centros de recepción de visitantes: alojamientos, gastronomía, transportes, paseos, eventos y locales comerciales de variado porte.
Controles
Una de las cuestiones que permanentemente debe realizar el Estado es la constatación que las empresas de servicios turísticos cumplan con sus obligaciones fiscales y con los aportes previsionales para sus trabajadores. Algunas veces se constatan intensas y extensas jornadas de trabajo, al borde de la sobreexplotación. La discusión siempre es la misma: empresarios aduciendo que no los dejan trabajar y el Estado planteando la igualdad ante la ley. Los empresarios, a veces pequeños, alegan que las inspecciones alejan visitantes; los números, en general, dicen lo contrario.
En una temporada, como la que discurre, con un clima muy propicio, los operadores se escandalizaron con el amague de los productores “autoconvocados” del campo que quieren más rentabilidad y han salido a protestar y habían amenazado con cortar rutas. No obstante, para los uruguayos, las vacaciones, si pueden disfrutarlas, son casi sagradas.
En lo interno se ha planteado un turismo para todo el año, más allá del verano. Las eximias aguas costeras se ven complementadas con distintas posibilidades que se ofrecen fuera de la costa platense y atlántica.
Realidad
En 2016, a propósito de la promoción turística, el Ministerio dispuso de 10 millones de dólares para difundir el país en el exterior. En enero del año pasado, Uruguay recibió más de medio millón de visitantes. “Fue un enero realmente extraordinario”, dijo la ministra de Turismo, Liliam Kechichián. Un 20% por encima del mismo mes del año anterior. En tales circunstancias algo más del 20% de turistas son argentinos y brasileños, pese a sus convulsiones internas, con el agregado de una progresiva presencia chilena.
El desglose de la información, que da la dimensión del fenómeno, indica que en el mes de enero de este año ingresaron al país casi 500 millones de dólares; un año antes la cifra era casi la mitad. La variante se explica por una multiplicidad de factores entre los que se destacan estadías más largas con mayores gastos.
Las visitas crecen año a año. El gobierno lució eufórico con la revelación que el año pasado este país, de tres millones 300 mil habitantes, recibió cuatro millones 200 mil turistas. Especialistas en la materia señalan que Uruguay se incorporó recientemente a una escueta lista de países que capta más visitantes por año que su población. En América Latina hay pocos casos similares.
En enero pasado pisaron suelo oriental 615 mil visitantes del exterior, permaneciendo en promedio siete días y medio en el país. Este movimiento dejó en “caja” 439 millones de dólares, un 12% inferior a enero 2017 que fue calificado por las autoridades como extraordinario. El contexto económico regional y mundial no es ajeno a las oscilaciones.
Recientemente, en Madrid, la ministra Kechichián estuvo en la Feria Internacional de Turismo (Fitur) trabajando la “Marca País”. En la oportunidad, y en una suerte de política de Estado, el stand de Uruguay exhibió en la capital española la presencia de intendencias departamentales y de operadores privados. “Es una oportunidad para mostrarnos al mundo” afirmó la secretaria de Estado.
Pocas semanas atrás el viceministro Benjamín Liberoff viajó a Finlandia para reunirse con las agencias turísticas que incluyen a América Latina en sus paquetes. Una de las misiones tuvo que ver con conectar el Geoparque Rokua, de aquel país, 400 kilómetros al norte de Helsinki, con su par de la Gruta del Palacio, en el departamento uruguayo de Flores, que desde 2013 se incorporó a la Red de geoparques mundiales.
Liberoff mencionó los aspectos turísticos que despertaron el interés de los nórdicos: el mundo agropecuario nacional –hay más de 130 establecimientos registrados en el Ministerio ofreciendo turismo rural; el festival de la “Patria Gaucha”, en el departamento de Tacuarembó; el tango; la vitivinicultura y la visita de buques cruceros en el sur del Atlántico. La presencia en Finlandia se sustenta, además, en la posibilidad de la instalación de una segunda planta de celulosa –con muchísimas ventajas fiscales y gran controversia– a cargo de la firma UPM.
Penillanura
Quien llega al país, sin trasladarse grandes distancias, puede disfrutar, además de los destinos costeros en verano, sitios como San Gregorio de Polanco (Tacuarembó) o Mercedes (Soriano), a orillas del Río Negro, balnearios como Laguna Merín (Cerro Largo), Parque Andresito (Flores) o las Cañas (Río Negro).
Fuera de la capital se agregan gran cantidad de festivales musicales, adosados, en febrero, con un largo y antiquísimo, carnaval que tiene expresión en todos los rincones.
Otras ofertas anclan en lo patrimonial, econatural y rural. Hay espacios como las sierras minuanas (Lavalleja) o el Valle del Lunarejo (Rivera), incorporado al Sistema Integrado de Áreas Protegidas (Snap) del Ministerio de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente (Mvotma). En el valle, de 25 mil hectáreas de sierras, monte nativo, arroyos y quebradas de agua sobre la Cuchilla Negra, se ha documentado la existencia de más de 160 especies de flora y fauna nativas.
Otro de los atractivos destinos es el corredor termal del litoral, en los departamentos de Paysandú y Salto, que recibió en enero 50 mil turistas. Con aportes del propio Ministerio de Turismo, que ha destinado recursos y propiciado estudios, se viene mejorando la infraestructura en torno a los distintos centros termales y se potencian distintas festividades.
Sobre la base que el turismo debe ser disfrutable por todos los sectores, el Ministerio de Turismo tiene un programa de turismo social que incluye traslados, servicio de guía, alojamiento, gastronomía y paseos. El propósito es posibilitar el viaje a destinos turísticos tradicionales y pequeñas localidades con potencial turístico, a precios accesibles. Este programa moviliza 100 mil personas por año, generando trabajo y consumo en las localidades visitadas.
Están involucras en la iniciativa de turismo social 42 ofertas (incluyendo los denominados pueblos turísticos, pequeñas localidades pintorescas), 17 departamentos, 20 agencias de viaje, 14 empresas de transporte y más de 60 hoteles, posadas y decenas de locales gastronómicos.
El gobierno nacional, y en menor medida las intendencias departamentales, han invertido recursos en infraestructura, promoción y en capacitación de recursos humanos para cimentar esta industria en franca expansión. En tiempos de instantaneidad e inmediatez, la “marca Uruguay” crece, generando trabajo y movilizando mercado interno.