Palmeros, palmas y la rebelión contra la corona – Por Iván Padilla Bravo
05 abril, 2020
category: FORO DEBATE
La tradición de cultivo, cuido y recolección anual de palmas en la montaña Guarairarepano, que encabeza la ciudad de Caracas, está asociada con la imposición del catolicismo que aquí arraigó el conquistador con su llegada a esta Abya Yala.
En Venezuela, esta tradición que se hace más visible el llamado «Domingo de Ramos», al comienzo de la semana Santa, es patrimonio cultural que cuenta con el aval de la Unesco.
Para llegar a este punto rutinario anual, que escucho desde niño, y en el que acompañábamos a nuestros padres a una iglesia católica, para buscar la «Palma bendita» que luego se usaría como una especie de talismán protector personal y de la familia, es bueno recordar que los ramos refieren la entrada de Jesús de Nazaret en la ciudad de Jerusalén.
La llegada, descrita por la tradición oral que mucho más tarde se recoge en La Biblia, atribuyendo su autoría a cuatro evangelistas, no detalla el nivel de conflictividad social que se vivía en todos aquellos pueblos. Cansados de las monarquías y sus leyes, aquellos pueblos pobres y esclavizados de entonces, vieron una oportunidad de liberación en la figura de un predicador que fue capaz de rebelarse contra todo lo establecido.
Si yo lo digo con una imagen muy cercana en Venezuela, me permito hacerlo con la figura y proyecto Bolivariano del Comandante Hugo Chávez, al momento de resultar elegido, constitucionalmente, para el ejercicio de la Presidencia de la República, en aquellos comicios democráticos celebrados el 6 de diciembre de 1988. ¡Este era el momento de las Palmas en Venezuela! Momento de gran esperanza y también de fe.
Las palmas o los ramos, en este sentido, tienen el mismo significado de concreción -en ambos casos- del resultado de una prolongada lucha de clases, que parece ver como cierta la victoria sobre la Corona de dominación que oprime sistemáticamente a los más pobres y excluidos en todas las sociedades.
Siempre me llamó la atención que la Iglesia católica (en verdad no sé si las demás iglesias cristianas también lo hacen) recordara en una semana todos los acontecimientos bíblicos asociados con Jesús y la Pascua judía, pero colocando el énfasis en la muerte y no en la vida, en la resurrección del muerto en la cruz, a quien la corona imperial había decidido torturar y asesinar. Se entiende que estamos en una celebración escarmiento al mismo estilo que aquí en Venezuela lo hicieron -entre otros ejemplos- con José Félix Ribas, el patriota decapitado, cuya cabeza fuera exhibida a la entrada del Valle de Caracas, para que no se multiplicaran con su ejemplo, los enemigos de la corona imperial.
Por eso resulta emblemático el hecho de que Jesús entra a Jerusalén celebrado por un pueblo que había puesto toda su esperanza de liberación en él. Una significativa parte de ese pueblo, al poco tiempo, le da la espalda, lo traiciona, se cuadra con los poderes fácticos imperiales y lo empuja hacia su muerte en la cruz. Esa es una reflexión que sigue teniendo perfecta vigencia hoy. El mensaje de salvación, de liberación, anda entre nosotros pero preferimos despreciarlo y seguir confiando en el mentiroso y egoistamente interesado, poder de los emperadores. ¡Leales siempre, traidores nunca!
Pero, además cabe recordar que hoy, actualmente, la rebelión contra la Corona es también contra el coronavirus, esa molécula infectada que prolifera por el mundo pretendiendo diezmar a la humanidad. Que sea este momento propicio, en cuarentena, para reafirmar nuestras convicciones de seguir luchando y vencer. Vencer a cualquier corona, al Imperio yanqui-sionista y hasta al mismísimo coronavirus.
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