Peligrosa superposición de fuerzas en Siria
03 julio, 2017
category: EDICIONES IMPRESAS
Rusia y Estados Unidos cara a cara en el último bastión del Estado Islámico
Washington busca conquistar Al Raqa usando milicias kurdas y con alto costo en vidas civiles pero choca con la alianza de Siria y Rusia. Trump cerca de encender una guerra generalizada en Medio Oriente.
El escenario no podría ser más inflamable. Estados Unidos busca hacer pie en el último bastión del Estado Islámico (Daesh) en territorio sirio. Al Raqa (norte del país árabe) es un sitio estratégico desde donde recuperar la ofensiva contra Bashar al Assad y es, tras perder el control en Alepo, Homs y otras ciudades, el último eslabón de la guerra colonialista impuesta hace seis años.
Tras la derrota sufrida por Barack Obama en Alepo, Lataquia, Homs, en las afueras de Damasco y otras ciudades ubicadas al oeste del Río Éufrates, su sucesor Donald Trump apuesta a conquistar la provincia y la ciudad de Al Raqa, al este del Éufrates camino a la frontera con Irak, y constituir una franja paralela a la frontera con Turquía. Para eso utiliza los servicios de las milicias kurdas que, sin ser pro estadounidenses, se aliaron a Washington para librar desde 2013 su propia batalla contra Daesh pero también contra al Assad en función de sus intereses autónomos. Estados Unidos y países aliados ponen las bombas y los bravos kurdos ponen su cuerpo enrolados en las denominadas Fuerzas de Siria Democrática (FSD).
En carrera contra reloj se desplazan sobre el mismo terreno y con el mismo destino las tropas regulares sirias que, asistidas por el movimiento libanés Hezbolá y con control aéreo de Rusia, intentan recuperar el territorio perdido en los últimos seis años. Entre ambas potencias pululan grupos mercenarios que realizan sus propios negocios con la guerra. Turquía, otro actor con intereses en Siria, no puede llegar hasta esa zona por la única razón de que Rusia y Siria tomaron posiciones en los alrededores de la ciudad de Manbiy, camino obligado de los turcos hacia el Este.
Al Raqa es, en definitiva, centro de una disputa de poder entre varios ejércitos incluso enfrentados entre sí. Esta provincia de casi un millón de habitantes es el último gran bastión de Daesh para hacer pie en territorio sirio. Quien llegue primero a la ciudad capital de esta provincia controlará y administrará la última gran región dominada por Daesh y se declarará vencedor del terrorismo yihadista. Pero las acciones de las últimas semanas de junio advierten que la guerra generalizada pueda estallar antes de que eso suceda.
Muertes ignoradas
El mayor despliegue militar estadounidense y de sus aliados en esa zona conlleva mayores choques militares, mayor cantidad de víctimas civiles y mayor cantidad de refugiados. Uno de los hechos militares más graves de los últimos meses se produjo el 18 de junio cuando Estados Unidos derribó un avión de combate sirio y, como respuesta, Damasco atacó a combatientes de las FSD.
El equilibrio militar quedó debilitado a raíz de ese hecho, agravado cuando algunas horas después Rusia anunció el fin de la cooperación con Estados Unidos que desde octubre de 2015 intenta evitar incidentes en el espacio aéreo de Siria. El Ministerio de Defensa ruso entendió que “el derribo de un avión sirio por la aviación estadounidense en el espacio aéreo de Siria es una cínica violación de la soberanía de la República Árabe” y advirtió que cualquier aeronave de la coalición liderada por Estados Unidos que sea detectado al oeste del Éufrates será considerado “blanco aéreo”.
Semanas antes hubo otros hechos graves. El 6 de junio al menos 32 soldados sirios murieron en su propio territorio a 100 kilómetros de la frontera con Irak en otro ataque de aviones de la coalición. El 18 de mayo ocho milicianos progubernamentales, la mayoría extranjeros, murieron en otro bombardeo comandado por Estados Unidos.
Las FSD comenzaron su marcha hacia Al Raqa en noviembre del año pasado, envalentonadas por triunfos militares en poblaciones de la frontera con Turquía ocupadas por Daesh. La ofensiva, que se inició el 6 de junio pasado cuando lograron el compromiso de Trump de apoyarlas por aire y tierra, se ralentizó a fines de junio a medida que las milicias penetraban en la provincia rumbo a la capital y se producían choques con el ejército regular sirio. También fueron atacadas por Turquía, que considera a los separatistas kurdos como terroristas.
Una semana más tarde la ONU denunció que desde que las FSD iniciaron su ofensiva y Estados Unidos aumentó la presencia militar se incrementó notablemente la muerte de civiles y aumentó el número de refugiados. Entre finales de mayo y finales de junio habían muerto 472 civiles, entre ellos 68 menores de 18 años y 56 mujeres, según cifras del Observatorio Sirio de Derechos Humanos. La misma fuente señaló que en el mismo período murieron 397 extremistas, menos que la cantidad de civiles asesinados. Esta misma organización no gubernamental, opositora al gobierno de Bashar al Assad, alertó que Al Raqa está siendo masacrada en silencio a manos de las FSD y sus aliados de la coalición. La misma fuente afirmó que decenas de casas e instalaciones de servicios civiles fueron destruidos a causa de los bombardeos. En sus balances ni las FSD ni Washington mencionan víctimas ni daños civiles.
También la Comisión Investigadora de la ONU sobre violaciones a los derechos humanos en Siria advirtió que el conflicto en este país árabe registra una creciente cantidad de muertes de civiles causadas por los grupos opositores al gobierno apoyados por la coalición liderada por Estados Unidos. El presidente de esta Comisión, Paulo Pinheiro, presentó su informe al Consejo de Derechos Humanos de la ONU en el que informó que la guerra continúa cobrándose un número “atroz” de vidas civiles y la población sigue sufriendo una crisis humanitaria inimaginable.
Organizaciones no gubernamentales incluso alineadas a Washington como Human Rights Watch (HRW) y Amnistía Internacional (AI) denunciaron que los aviones estadounidenses utilizan fósforo blanco para atacar a la población de Al Raqa. Lo mismo detectaron en los bombardeos a la ciudad de Mosul (Irak), donde el ejército iraquí lleva adelante una ofensiva final contra la organización terrorista Daesh con apoyo aéreo de Estados Unidos.
La legislación internacional prohíbe el uso de fósforo blanco en zonas pobladas por civiles y sólo las autoriza para señalizar o constituir pantallas de humo e impedir la visibilidad al enemigo. El uso del químico “lleva un alto riesgo de provocar horrorosas y duraderas heridas” en los habitantes como mutilar y provocar quemaduras hasta el hueso, advirtió HRW. Para AI el uso de fósforo blanco es “ilegal y podría suponer un crimen de guerra”.
Objetivos estratégicos
Este progreso de las FSD y Estados Unidos se dio en forma simultánea al avance de las unidades del Ejército sirio en otros frentes pero con el mismo objetivo: reconquistar Al Raqa. A mediados de junio las tropas gubernamentales llegaron al sur de la provincia y comenzaron a controlar por completo el espacio aéreo, según reconoció el propio Observatorio Sirio de Derechos Humanos. La agencia noticias oficial siria, Sana, informó el 13 de junio que unidades militares arrebataron a Daesh el control de unos 100 kilómetros cuadrados al sur, al norte y al este de la ciudad de Palmira, en la provincia de Homs, fronteriza con Al Raqa.
Pero hubo dos hechos significativos durante el mismo mes. Uno de ellos es que Rusia afirmó haber dado muerte al líder de la organización yihadista Estado Islámico, Abu Bakr al Bagdadi, durante un ataque de su aviación a las afueras de Al Raqa el 28 de mayo. El Ministerio de Defensa ruso señaló el 16 de junio que “según informaciones que recibimos por diversos canales, al Bagdadi se encontraba en la reunión de jefes del Daesh” atacada por la aviación rusa “y fue aniquilado por el ataque” junto a “otros altos jefes del grupo terrorista, integrados en el llamado consejo militar, además de 30 comandantes de rango medio y unos 300 guerrilleros”. Estados Unidos dijo que no podía corroborar la información.
El otro hecho esclarecedor es que el Ejército sirio recuperó varias instalaciones petroleras que estaban en manos de Daesh. Una de ellas fue el yacimiento de Arak, a unos 40 kilómetros de la ciudad de Palmira. La ofensiva incluyó una estación de bombeo. Las fuerzas gubernamentales, apoyadas por el grupo chií libanés Hezbolá, también retomaron el campo de petróleo de Al Zaura, en el sur de la provincia de Al Raqa. Este campo de crudo acercó peligrosamente a las fuerzas en pugna: apenas a 14 kilómetros de allí se encuentra el aeropuerto militar de Al Tabqa, dominado por las FSD asistidas por Estados Unidos.
A mediados de ese mismo mes el ministerio de Defensa de Rusia detectó lanzaderas de misiles estadounidenses en territorio sirio. “Las fuerzas de la coalición, liderada por Estados Unidos, atacaron en más de una ocasión a las tropas gubernamentales sirias que combaten al Estado Islámico cerca de la frontera con Jordania y por eso, es de suponer, que esas acciones continuarán en el futuro pero con el empleo de las lanzaderas Himars”, dice un comunicado. Moscú volvió a acusar a Washington de perseguir otros intereses: “¿Cuáles son entonces los verdaderos objetivos de Estados Unidos en Siria y contra quién combaten sus soldados allí?”.
Adrián Fernández