Reflexiones en tiempos de pandemia - Por Soledad Zanchi
Siete mujeres de distintos lugares de América Latina escribieron propuestas y reflexiones sobre el momento que estamos transitando en nuestra América Latina.
Siete mujeres de distintos lugares de América Latina escribieron propuestas y reflexiones sobre el momento que estamos transitando en nuestra América Latina. Una oportunidad de repensar qué Mundo queremos habitar desde la unión y la solidaridad.
«Desde nuestra diversidad, expresamos la fuerza femenina que nos constituye y nos une, esencia del cambio que como Humanidad requerimos.», señala la introducción de la compilación que llamaron «Siete escritos con la fuerza femenina desde diferentes rincones de Abya Yala».
Un agradecimiento especial a estas siete mujeres que cedieron sus reflexiones, que iremos publicando en los próximos días.
Participan Sandra Marín y Paula Di Fini, desde San Martín de los Andes, Neuquén (Argentina); Carolina Cazaux, desde Lago Puelo, Chubut (Argentina); Soledad Zanchi, desde Castelli, Chaco (Argentina); Martha Pérez Viñas desde La Habana (Cuba); Nancy González Bermúdez desde Popayán, Cauca (Colombia) y Sandra Payán, desde Formosa (Argentina).
Reflexiones en tiempos de pandemia
Todo se trata de energías, que van y vienen, que entran y salen de nosotros. Energías buenas, energías malas. Si nos entra de la mala nos tiñe de negro, de ese negro triste, negro bajón; y no podemos dar nada de color ni luz al resto, no podemos continuar la cadena.
Me di cuenta que este bendito virus exacerba en mí un profundo sentido colectivo, que me conmueve hasta las lágrimas de emoción, lágrimas que me asaltan de sorpresa tomando un mate o mientras leo un libro que habla de cualquier otra cosa.
El virus es mental, el virus nos contagió a todos ya, pero no para enfermarnos, siento que tiene lados A y B muy contrapuestos. Puede enfermar y matar a todo lo que conocemos y amamos, pero paradójicamente está propiciando maneras de comunicación y organización en todo el mundo nunca antes vistas.
El virus pone en jaque el sistema capitalista que conocemos, pone en la mira al individualista, lo fulmina ante la mirada de quienes tienen o adquirieron rápidamente la conciencia de ser parte de un entramado social. Y ese es el lado A, o el B… da igual.
Ese otro lado deja ver la importancia de un Estado presente y nos compara entre países como se compara a los alumnos en un aula. España e Italia pasaron al frente a rendir antes que nosotros, y se equivocaron. Nosotros tenemos posibilidad de aprender de sus errores, y el gobierno lo está haciendo, falta que muchos ciudadanos y ciudadanas puedan hacerlo, puedan entender su parte en todo esto.
Y ahí voy a lo individual, a lo que nos atraviesa a cada uno y una de nosotras. Me di cuenta también que soy una obsesiva de la sistematización de los procesos. Pienso hasta en sueños cómo sistematizar las cosas, en mi trabajo, en mi rutina diaria… En ese intento de sistematizar, pensaba lo que decía al comienzo. Todo se trata de energías, que van y vienen, entran y salen. De cada una de nosotras, de nuestras casas.
Entonces, pensaba en cómo estoy haciendo con esas energías, y que errores voy cometiendo.
Leí material teórico de salud mental que explica lo lábil de la misma en tiempos de pandemia. Leo gente en Twitter (mi única red social) que pasa por todo tipo de estado de ánimo, pendulante y vertiginosamente. Ya todas las personas ADULTAS que me rodean tuvieron momentos de descompensación emocional, lloraron, putearon, se han peleado con alguien o han sentido que la cosa perdió el sentido. No saben si mudarse y dejar de alquilar, desespera no saber ¿hasta cuándo el encierro? ¿cómo voy a pagar las cuentas? Y mil, mil planteos más.
Las noticias son necesarias, pero nadie filtra cuales son las imprescindibles y cuales nos dañan el espíritu, nos abaten la esperanza ni siquiera siendo ciertas. Son monóxido de carbono, nos intoxican, nos pueden abatir tremendamente.
Por todo esto, he llegado a la conclusión de que, en este flujo de energías, debemos “cargarnos las pilas” entre todos. Pero primero nosotros, como dicen en los aviones, primero la máscara de oxígeno para mí y luego a mi hijo. Aunque duela, aunque cueste. O como dicen en los cursos de atención al politraumatizado, primero aseguro la escena antes de acercarme, si le pasa algo al emergentólogo no puede salvar a nadie más.
Ese “oxígeno” es lo que cada uno quiera (en mi caso es MÚSICA, MOVERME POR LA CASA, CANTAR, PENSAR, HABLAR EN VOZ ALTA, CREAR, COCINAR, DUCHARME, SECARME EL PELO, MAQUILLARME, PONERME CREMA, VER COSAS QUE ME HAGAN REÍR, LIMPIAR, TOMAR MATE).
Cuando “se siente el oxígeno en sangre” porque sonreímos solos, porque se puede respirar hondo o suspirar sin problema… ahí podemos pasar a la segunda fase. Quienes conviven con nosotros.
Ahí, primero pongo toda mi capacidad en mantenerlos vivos, planificar compras, cocinarles, etc. Para después pensar en su higiene, luego en sus tareas, y en último lugar, pero imprescindible, procurar que todo lo anterior sea en un clima de armonía, explicarles, contarles, buscar espacios de charla y también de juego. Jugar con ellos, hay mucho material circulando para pasar estos días y les aseguro es maravilloso. Esa es la info que tenemos que “dejar entrar”.
Por último, y no por menos importante en absoluto, sino por el simple hecho de que si altero el orden no funciona (al menos en esta sistematización que encontré), todo ese resto de energía positiva voy a usarlo para acercarme a quienes están lejos físicamente y son cercanos. Con un ¿cómo estás?, llamando, mandando un meme, una info que sirva, escuchando, llorando juntas si pinta y después pasando a la risa. Cuidándolos, porque los amo. Si hay rebeldes en ese grupo tratando de explicarles porqué es importante no salir, y si no funciona para eso está Alberto que gracias a Dios está laburando a sol y sombra para que los irresponsables se “rescaten”.
Pienso y siento, que esos llamados, esos mensajes, retroalimentan sin duda alguna mi energía positiva.
En este sentido de comunidad que se exacerba en este tiempo, no hay lugar al individualismo, y todo lo que va vuelve, y es posta. Entonces, no queda vacía la cajita de energía, la batería. Porque al final del día volvió en la sonrisa de los hijos, en los abrazos de ellos, en la voz de quien amamos que ya no se quiebra al hablar y se ríe del otro lado del teléfono.
Lo que quiero decir con toooodo esto, es que: somos responsables de lo que trasmitimos, el flujo de información es inmanejable a menos que nosotros lo limitemos, entendiendo que cuesta y mucho. Porque todos y todas estamos hiperansiosos. Pero, si no mantenemos el equilibrio emocional propio y el de quienes amamos no vamos a llegar siquiera al 31 de marzo. Debemos prepararnos para un escenario bravo, y debemos dejar que trabajen quienes están al mando (que gracias a Dios ESTÁN al mando), y debemos aportar desde la responsabilidad social de denunciar si vemos algo que no va, informar si comenzamos con síntomas, salir lo menos posible, hacer la higiene propia y de la casa.
Informarnos 2 veces al día y acercarnos al celu solo en esos momentos o cuando queramos conectar con otro para contener o pedir contención.
SOLEDAD ZANCHI, Castelli, Chaco, Argentina
solezanchi@gmail.com