02 marzo, 2017
category: EDICIONES IMPRESAS
Es una obligación ética tomar posición frente a la clausura en Venezuela de la señal de CNN en castellano.
Defiendo la libertad de expresión. Y entiendo el periodismo como un trabajo comprometido en la defensa de ideas.
Lo sepa o no, ningún periodista es ajeno a la lucha de clases. Cuando en el fragor de esa lucha un medio de prensa defiende ideas, debe garantizársele el espacio para su labor. Y combatirlo en ese terreno. Cuando en función de su ubicación en la confrontación de clases apela a campañas sucias, calumniosas y destinadas a contrarrestar un proceso de revolución social, le caben las leyes del combate y debe ser silenciado.
Lo hecho por CNN en castellano durante las últimas semanas respecto de Venezuela no es periodismo ni defensa de ideas. Es una operación de guerra, contra un país al que Estados Unidos pretende invadir. Nada más legítimo que defenderse de una agresión imperial.
Las quejas de CNN sobre este silenciamiento sólo merecen desprecio. En años de clandestinidad jamás condené la represión capitalista porque se me impidiera la libertad de prensa. Cuando se lucha por una revolución, o como en este caso por una contrarrevolución, apelar a tal subterfugio es un acto de hipocresía y cobardía. Como diría Atahualpa Yupanqui, “de esos no soy”.
De manera que en consecuencia con toda una vida de trabajo periodístico, en las más diversas circunstancias, respaldo el derecho del gobierno revolucionario de Venezuela a defenderse también en esta fase de la guerra y cortar la señal de CNN. Que los fariseos giman y sigan mintiendo. Los revolucionarios socialistas sabemos adónde vamos. Y cómo hacerlo.
L.B.