Sun Tzu y la geopolítica de las tierras raras Por Carlos Fazio desde Ciudad de México
09 mayo, 2025
category: FORO DEBATE, SLIDER
El trasfondo de la confrontación entre Estados Unidos y China
Resulta difícil concebir las tecnologías modernas y la economía actual sin los metales de tierras raras.
La competencia entre las potencias por conseguirlos no hará más que aumentar.
Todo indica que el momento unipolar ha terminado. Como potencia hegemónica, Estados
Unidos se encuentra en un punto de inflexión. Ya no puede disuadir de manera clara a China
y el riesgo de una tercera guerra mundial aumenta. Su Ejército no está preparado para ganar
dos guerras importantes a la vez o en secuencias cortas. Y si la disuasión fracasa, existe una
posibilidad real de que China pueda derrotar a las tropas del Pentágono en una guerra por
Taiwán.
Según funcionarios en Washington, Xi Jinping ha ordenado al Ejército chino que esté listo
para invadir Taiwán en 2027, y el Ejército Popular de Liberación ya estaría hoy en vías de
lograr ese objetivo, por lo que podría acortar el plazo y colocar a Estados Unidos ante un
hecho consumado. La eventual caída de Taiwán podría permitir a Pekín tomar el control de la
industria taiwanesa de semiconductores. Eso mejoraría significativamente su capacidad para
ejercer coerción económica contra Estados Unidos no solo en el Indopacífico, sino también
en Europa, Oriente Medio y otras regiones.
La ventaja tecnológica del Pentágono ya no es tan evidente en escenarios clave por sus
retrasos en la modernización militar y, en parte, por las mejoras del adversario. Según un
estudio de la Corporación Rand, China podría conseguir una victoria militar rápida sobre
Estados Unidos en el Indopacífico. A la vez, existe el riesgo de una escalada en cadena de
China, Rusia, Corea del Norte e Irán en todos los teatros de operaciones, lo que incluso hace
vulnerable al territorio estadounidense ante misiles enemigos, ciberataques y sabotajes. De
allí los esfuerzos de Donald Trump por disuadir a Rusia y hacer que sus aliados de la OTAN
asuman la responsabilidad principal en la defensa convencional de Europa, incluida Ucrania.
Desde su llegada a la Oficina Oval, el republicano declaró una guerra arancelaria a todo el
mundo, pero en particular a China, a la que le impuso las tarifas más desorbitadas. Pero el
gigante asiático no ha ablandado su postura porque guarda un as en la manga: las
denominadas tierras raras, unos elementos estratégicos en el desarrollo de la tecnología
avanzada que juegan un papel crucial en el ajedrez geopolítico.
QUÉ SON Y PARA QUÉ SIRVEN
Las tierras raras son 17 elementos químicos (escandio, itrio y los 15 del grupo de los
lantánidos) estratégicos para la transición energética. Se utilizan ampliamente en diversas
ramas de la ingeniería, como la radioelectrónica, la instrumentación, la ingeniería nuclear, la
ingeniería mecánica, la industria química y la metalurgia. Son componentes importantes para
vehículos eléctricos, imanes potentes, aviones de combate avanzados, submarinos,
teléfonos inteligentes, pantallas de televisión y muchos otros productos.
A pesar de su nombre, no son realmente raros, pero es difícil encontrarlos en una
concentración lo suficientemente alta como para que una mina resulte rentable. Según
estimaciones de la Agencia Internacional de la Energía, China acapara alrededor del 61 por
ciento de la producción de tierras raras y el 92 por ciento de su refinamiento. Un
cuasimonopolio.
China cuenta con las minas más grandes del orbe, que el año pasado produjeron 297.624
toneladas, frente a las 45 mil extraídas en Estados Unidos, y, como se dijo antes, suministra
el 92 por ciento porque alberga también la mayor parte de la capacidad de procesamiento.
Además, China es el mayor productor mundial de grafito y titanio, y es un importante
procesador de litio.
Las restricciones que Pekín implementó el 4 de abril exigen que los exportadores chinos de
siete tierras raras pesadas y algunos imanes obtengan licencias especiales. Las medidas de
represalia reforzaron lo que la Casa Blanca y los fabricantes consideran una necesidad
urgente: construir más minas en Estados Unidos y reducir la dependencia de China.
Trump ha intentado presionar a Groenlandia y Ucrania para que entreguen tierras raras y
otros materiales críticos a Estados Unidos. Ucrania cuenta con significativas reservas de
escandio e itrio, además de otros minerales críticos, como grafito, litio, titanio, berilio y uranio,
y se estima que bajo el hielo de Groenlandia podría haber hasta un 25 por ciento de las
reservas mundiales.
Entre las siete tierras raras restringidas por Pekín para su exportación a Estados Unidos se
encuentran algunas esenciales para la fabricación de chips de inteligencia artificial. China
posee enormes depósitos de disprosio, utilizado en imanes de vehículos eléctricos y turbinas
eólicas. El neodimio es otro elemento base de las turbinas eólicas, así como de los altavoces
de los teléfonos móviles. Otros, como el europio, el itrio o el terbio, son importantes en la
industria de las pantallas de televisores, laptops, monitores de computadoras o teléfonos
celulares, porque son algunos de los responsables de dar el color a los píxeles. Las
comunicaciones son otro de los campos en los que las tierras raras juegan un rol estratégico:
tanto los láseres como las fibras ópticas son capaces de aprovechar las propiedades de
estos elementos para que las comunicaciones sean más estables y puedan llegar más lejos.
Asimismo, un gran porcentaje de las tierras raras se usa en la fabricación de baterías que
componen los autos eléctricos e híbridos. El neodimio sirve como base de sus motores. El
crecimiento imparable de la fabricante china BYD ha puesto en jaque los productos de Tesla,
cuyo principal accionista es el magnate Elon Musk.
En 2024 China prohibió la exportación de otro mineral esencial: el antimonio, imprescindible
para diversos procesos de fabricación, y su precio se duplicó. Se teme que ocurra lo mismo
con el mercado de tierras raras, lo que perturbaría diversas industrias, desde los vehículos
eléctricos hasta la defensa.
Instrumentos militares como lentes de visión nocturna, armas guiadas de precisión, radios o
equipos de comunicación, GPS, baterías y algunos dispositivos electrónicos contienen tierras
raras. Además, esos metales son clave para fabricar aleaciones muy fuertes utilizadas en
vehículos blindados y proyectiles de impacto. Los países que, como China y Rusia, poseen
esos elementos tienen una gran ventaja militar respecto a los que no los tienen.
UCRANIA EN EL VISOR
En 2023, la revista estadunidense Newsweek reveló que Washington y la Unión Europea
apoyaban militarmente a Kiev porque, en el fondo, deseaban explotar un metal elemental
para la fabricación de armamento: el titanio, empleado en la construcción de aviones de
combate, helicópteros, barcos, tanques, misiles de largo alcance. Según dijo una alta fuente
del Pentágono consultada por el medio, Ucrania «tiene significativos depósitos de tierras
raras y minerales, y si jugamos bien nuestras cartas, podría ser una alternativa atractiva a
nuestras fuentes rusas y chinas, de las cuales dependemos mucho en la actualidad». Y el
legislador alemán Roderich Kiesewetter señaló que, si Europa quería completar la transición
energética, necesitaría sus propios yacimientos de litio, un elemento que, dijo, abunda en las
regiones de Donetsk y Lugansk, pertenecientes en la actualidad a la Federación Rusa.
Tras su regreso a la Casa Blanca, Trump dio a conocer su «plan de los 100 días», con el que
pretendía acabar el conflicto ucraniano bajo la dirección de su enviado especial, el teniente
general retirado Keith Kellogg. Desde entonces, ha criticado repetidamente la enorme
cantidad de dinero destinada por la anterior administración a apoyar a Kiev y ha expresado
su intención de recuperarlo. Sin embargo, se ha incrementado su apetito por los recursos
que posee Ucrania, en particular las tierras raras y otros minerales, y también los puertos.
El 26 de abril Trump volvió a recordar, en una publicación en Truth Social, que el conflicto
ucraniano comenzó a escalar durante la administración de Barack Obama. Y concluyó: «Es
la guerra del dormilón Joe Biden, no la mía. Fue una pérdida desde el primer día, y nunca
debería haber ocurrido, y no habría ocurrido si yo hubiera sido presidente en ese momento.
Solo estoy tratando de limpiar el desastre que me dejaron Obama y Biden».
La línea dura de Trump contra el régimen de Volodímir Zelenski se intensificó a comienzos de
febrero. Carente de escrúpulos, el magnate ha buscado aprovecharse de un país arrasado
por la guerra, con la finalidad de obtener una gran tajada de su riqueza mineral a precio de
ganga. A fines de marzo se conoció un borrador de acuerdo redactado por Washington que
imponía a Kiev un marco considerado «sencillamente terrible» por el legislador ucraniano
Yaroslav Zhelezniak, mientras Marc Champion, columnista de Bloomberg, aseveraba que era
comparable a la explotación colonial del territorio de la actual República Democrática del
Congo por parte de Bélgica dos siglos atrás. El acuerdo, que finalmente se firmó el 30 de
abril, resultó algo menos humillante para Ucrania que el que se preveía (véase recuadro «Sin
fanfarrias»).
LA CASA BLANCA, EL MEJOR AGENTE CHINO
Mientras Trump persiste con su estrategia de keynesianismo militar en el «hemisferio
occidental» y el Pacífico con el objetivo de contener y debilitar el ascenso económico de
China, Pekín observa con regocijo. Según comentó el analista chino Hua Bin, «no todos los
días ocurre que un adversario se vuele la cabeza delante de uno por iniciativa propia. ¡Jamás
interrumpas a tu enemigo cuando comete el peor de los errores!».
Según Hua, el resultado inevitable de la guerra arancelaria de Trump será una grave
perturbación de la cadena de suministro global. Para Estados Unidos, que se encuentra en la
base de la cadena de suministro, con su sobreconsumo y su dependencia de las
importaciones para satisfacer las necesidades tanto de los consumidores como de las
empresas, dicha perturbación provocará inflación y una recesión económica. Un círculo
vicioso perfecto.
Además, debido a que Estados Unidos se centra en enfrentarse militarmente a China en
Taiwán, el avance militar chino obliga a Washington a gastar enormes cantidades de dinero
para prepararse para una guerra. Para tal fin, Hua enumeró el recientemente anunciado
programa estadounidense de caza de sexta generación F-47; el desarrollo de tecnología de
misiles hipersónicos para alcanzar a China y Rusia; el desarrollo de defensa hipersónica; la
preparación para la guerra espacial, como el concepto de portador orbital de Gravitics; la
modernización de la construcción naval, tanto de buques de superficie como de submarinos;
invertir en drones de enjambre a gran escala; inteligencia artificial y robótica militar;
modernización del arsenal nuclear; el fortalecimiento de su base militar en Guam ante
posibles ataques chinos; la construcción y la fortificación de bases militares en Japón y
Filipinas.
Pronostica que el complejo militar-industrial estadounidense con fines de lucro se abalanzará
sobre Trump para maximizar los costos. Y eso incluye no solo a los cinco oligarcas que
monopolizan la venta de armas, sino también a nuevos participantes que ofrecen soluciones
nuevas y sobrevaloradas, como Anduril y SpaceX.
Dado que gasta menos del 1,5 por ciento del PBI en defensa, frente al 3,5 de Estados Unidos
y el 2 del promedio mundial, Pekín puede permitirse aumentar la apuesta. Y así como
Estados Unidos llevó a la Unión Soviética a la bancarrota para ganar la Guerra Fría, la
historia se repite y China obligará a Estados Unidos a gastar hasta la derrota. Sun Tzu,
recuerda Hua Bin, definió que la mejor estrategia de guerra es ganar sin luchar. Y añade que,
a pesar de su retórica, Trump no está resolviendo ninguno de los problemas estructurales
que enfrenta su país: infraestructura, educación, falta de competitividad manufacturera y
finanzas sobrecargadas. «Mientras Trump gasta, gasta, gasta hasta la quiebra, China tiene a
su mejor agente no remunerado en la Casa Blanca», concluye.
Estados Unidos y Ucrania firman acuerdo sobre minerales
Sin fanfarrias
Finalmente, tras meses de ríspidas negociaciones y ásperos desencuentros, el 30 de abril
Estados Unidos y Ucrania firmaron un acuerdo económico sobre minerales que prevé la
implementación de un Fondo de Inversión y Reconstrucción de duración indefinida, pero que
no fija detalles de la cooperación entre ambos países ni esclarece las obligaciones de las
partes. El documento remite a un Acuerdo de Asociación Limitada que, al parecer, contendrá
las condiciones de funcionamiento del fondo, los privilegios de las empresas
estadounidenses y otros detalles, y que regulará el convenio que abarca 57 tipos de recursos
ucranianos, incluyendo petróleo, gas, aluminio, zinc, oro y varios metales de tierras raras, así
como inversiones en infraestructuras o procesos relacionados.
En principio, el acuerdo, considerado «perfecto» por el secretario del Tesoro de
Estados Unidos, Scott Bessent, y que según la BBC permitirá a Volodímir Zelenski
argumentar que logró concesiones clave de Washington, no contiene garantías de seguridad
para Ucrania ni prevé la entrega de ayuda militar a Kiev. No menciona ninguna obligación de
deuda de Ucrania con Estados Unidos, solo concierne a nuevos proyectos de minería y
señala que todas las operaciones del fondo, ingresos, pagos y contribuciones de las partes
están exentos de impuestos en ambos países.
Esos difusos contenidos podrían significar una leonina hipoteca sobre el subsuelo de
Ucrania. A la vez, es discutible si la administración Trump mostró sus cartas en cuanto a si
un acuerdo de inversión de tal magnitud es viable a las puertas de Rusia sin algún tipo de
respaldo militar, lo que arroja sombras sobre el sueño del Kremlin de una Ucrania neutral.
Según Aleksandr Duguin, cercano al presidente ruso Vladímir Putin, el acuerdo significa
«guerra». No obstante, Trump y su secretario de Estado, Marco Rubio, han repetido que no
hay una «solución militar» al conflicto y Ucrania no podrá regresar a sus fronteras de 2014. Y
exhibieron disposición para reconocer a Crimea como parte de Rusia. La luna de miel entre
Trump y Putin, sin embargo, podría estar llegando a su fin, en cuyo caso Moscú podría
intensificar sus operaciones militares para dictar sus condiciones de paz.
Lo único seguro es que los países de la Unión Europea han quedado fuera del botín
de guerra y del millonario negocio de la reconstrucción de Ucrania. A su vez, Reuters reportó
que desarrollar minas que produzcan minerales de importancia estratégica, incluso en países
con sectores mineros consolidados como Canadá y Australia, puede llevar más de diez años;
sin los riesgos políticos y de seguridad como los que entraña Ucrania. Por lo que, en el corto
plazo, para Estados Unidos, el acuerdo no supone un cambio significativo en la cadena de
suministro de minerales.