Testigos literarios del siglo XX
02 febrero, 2017
category: EDICIONES IMPRESAS
John Berger, Andrés Rivera y Ricardo Piglia
En los 15 días que van desde la Navidad hasta la primera semana de enero murieron tres escritores que, dentro de sus universos, dejan huellas imborrables por su obra y su pensamiento.
John Berger marcó su propia línea roja al aceptar el Premio Booker por la Novela G, en 1972: “ya que me han concedido ustedes este premio, acaso les interese saber –en pocas palabras– lo que significa para mí. La competitividad de los premios me repugna. Y en el caso de este premio en particular, la publicación de la lista breve, el suspenso con buscado efecto propagandístico, las cábalas sobre unos y otros escritores como si fueran caballos de carrera, el énfasis puesto en vencedores y vencidos, todo ello es falso y está fuera de lugar en el contexto de la literatura”.
John Peter Berger nació en Hackney, Londres, el 5 de noviembre de 1926 y murió en París el 2 de enero pasado. Entre sus obras más destacadas figura su novela G y el ensayo de introducción a la crítica de arte Modos de ver. A los 6 años fue mandado por sus padres a un internado, experiencia que lo marcó para siempre. A los 16 años se escapó del St. Edward’s School de Oxford decidido a estudiar arte y pronto obtuvo una beca para estudiar en la Escuela Central de Arte de Londres. Su estudio en la escuela se vio interrumpido entre 1944 y 1946 por su enrolamiento en el Ejército Británico durante la Segunda Guerra Mundial. Finalizada la guerra, retomó sus estudios en la Escuela Chelsea de Arte, esta vez con una beca concedida por el ejército. Entre 1948 y 1955 dio clases de dibujo en la misma escuela donde Henry Moore enseñaba escultura. Fue durante ese tiempo cuando empezó su relación con el partido comunista británico y cuando comenzó a colaborar con el Tribune, bajo la supervisión de George Orwell. En 1951 comenzó a colaborar con la revista New Stateman, colaboración que se prolongaría 10 años y que lo llevaría a autodefinirse como crítico de arte marxista.
A los 30 años decidió dejar de pintar para dedicarse completamente a la escritura. Pero no fue, según sus palabras, porque dudara de su talento como pintor, sino porque la urgencia de la situación política en la que vivía (plena Guerra Fría) lo requería. En 1958 publicó su primera novela, Un pintor de nuestro tiempo, en la que relata la vida de un pintor húngaro exiliado en Londres. El libro estuvo a la venta sólo durante un mes, cuando la editorial Secker & Warburg lo retiró de las librerías bajo la presión del Congreso por la Libertad Cultural, una asociación de abogados anticomunistas.
Aunque Berger siguió escribiendo novelas, ensayos, artículos periodísticos, poesía y hasta guiones de cine, lo hizo desde un pequeño pueblo de los Alpes franceses porque confesó no haber conseguido sentirse en casa en el Londres de aquella época, una ciudad en la que no parecía encajar.
En 1972 la cadena BBC emitió una serie de televisión que fue acompañada por la publicación de Modos de ver, que marcó a toda una generación de críticos de arte y se convirtió en libro de texto en las escuelas británicas. Ese mismo año ganó el premio Booker por su novela G y donó la mitad del monto del premio (el total fue de 5 mil libras) al Partido Panteras Negras británico. John Berger murió en París el 2 de enero de 2017. En sus últimas apariciones públicas no dudó en transmitir: “Entre muchas otras cosas, sigo siendo marxista”.
La Revolución, ese sueño eterno
Andrés Rivera nació el 12 de diciembre de 1928 en el barrio de Villa Crespo, en la ciudad de Buenos Aires. Murió en Córdoba a los 88 años, el 23 de diciembre de 2016.
Hijo de inmigrantes europeos –su madre era ucraniana y su padre polaco, nació con el nombre de Marcos Ribak Schatz pero apenas empezó a escribir fue para siempre Andrés Rivera: el nombre de pila por haber vivido en la calle Andrés Lamas y el apellido gracias a la lectura de José Eustasio Rivera.
Fue obrero textil, periodista, escritor y revolucionario marxista de toda la vida. En los años 1970 participó en el fulgurante proceso de radicalización obrera centrado en los sindicatos Sitrac y Sitram.
De sus más de 30 libros publicados destaca La Revolución es un sueño eterno, novela en la que el autor da voz al revolucionario argentino de 1810 Juan José Castelli. “Revolucionario sin Revolución, eso soy”, le hace decir Andrés a Castelli.
Además de su expresión literaria Rivera fue un hombre de raíz subversiva, anticapitalista. Su prosa tuvo siempre una matriz rebelde, fue un revolucionario socialista.
Desde muy joven trabajó como tejedor de seda en una fábrica de Villa Lynch (Gran Buenos Aires) donde fue elegido por sus compañeros secretario de la comisión interna y, como su padre, militó en el Partido Comunista Argentino.
Como periodista trabajó en la redacción del diario del PC La Hora junto a Juan Gelman, Juan Carlos Portantiero, José Luis Mangieri y Roberto “Tito” Cossa. En 1957, a los 29 años publicó su primera novela: El Precio. Del 1974 al 1981 trabajó en El Cronista Comercial, donde firmaba como Pablo Fontán.
En 1972 escribió Ajuste de cuentas, libro de relatos. Luego de 10 años de páginas en blanco publicó, en 1982, Una lectura de la historia, libro de cuentos, y la novela Nada que perder. Dos años después apareció En esta dulce tierra, con la que obtuvo su primer premio, antes de ganar el premio Nacional de Literatura por La Revolución es un sueño eterno y el premio Konex.
Otras de sus destacadas publicaciones fueron El amigo de Baudelaire (1991), La sierva (1992), Mitteleuropa (1993), El verdugo en el umbral (1994), El farmer (1996), que fue adaptada al teatro por Pompeyo Audivert y Rodrigo de la Serna; La lenta velocidad del coraje (1998), El profundo sur (1999) y Tierra de exilio (2000). En los últimos años publicó Ese manco Paz (2002), Cría de asesinos (2004), Esto por ahora (2005), Punto final (2006), Por la espalda (2007), Traslasierra (2007), Estaqueados (2008), Guardia Blanca (2009) y Kadish (2011), su última novela.
Desde 1995 vivió en el barrio de Bella Vista, cerca de la Biblioteca Popular organizada por él y su compañera, Susana Fiorito. Allí estuvo el último bastión desde el que obreros y estudiantes resistieron la ocupación militar de la ciudad tras el Cordobazo de 1969.
Hasta siempre, Ricardo Piglia
El comienzo de este año también despidió a otro escritor y crítico literario argentino: el 6 de enero murió en Buenos Aires Ricardo Piglia. Nacido en Adrogué (conurbano de Buenos Aires) el 24 de noviembre de 1941, Piglia estudió Historia en la Universidad Nacional de La Plata, ciudad donde vivió hasta mediados de los años 1960. Durante una década trabajó en varias editoriales de Buenos Aires en las que dirigió la Serie Negra, colección de policiales de escritores como Dashiell Hammett, Raymond Chandler, David Goodies y Horace McCoy. Durante la dictadura de Juan Carlos Onganía (1966-1970) abandonó el país.
Su oficio literario empezó en la década del cincuenta cuando vivía en la ciudad costera de Mar del Plata. Su primera novela fue Respiración artificial de 1980, pero antes recibió una mención especial en el VII concurso Casa de las Américas de Cuba que significó la publicación de su primer libro de cuentos Jaulario. Piglia fue además crítico de arte, ensayista y profesor universitario en Harvard y Princeton, Estados Unidos, país en el que vivía. En 2001 regresó a Argentina, donde murió el 6 de enero de este año. Su obra ha sido traducida a numerosos idiomas, particularmente al inglés, francés, italiano, alemán y portugués.