Un organismo que perdió fuerza
02 febrero, 2017
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Latinoamérica partida en la Vª cumbre de Celac
Presidentes del Alba fueron a República Dominicana y sostuvieron el proyecto de unidad regional en tiempos de crisis capitalista. Gobiernos de derecha dieron señales contrarias al no asistir.
De aquella histórica primera cumbre que ningún presidente quería perderse en diciembre de 2011, en Caracas, a la celebrada el último 25 de enero en Punta Cana hubo grandes cambios. Aunque sólo pasaron cinco años, apenas 12 de los 33 primeros mandatarios acudieron a la cita. Algunos avisaron que no asistirían pocas horas antes de la reunión. Este hecho levanta sospechas de una decisión coordinada entre los cuatro países más grandes de la región: Brasil, México, Argentina y Colombia, para dejar a la cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) con la menor asistencia de jefes de Estado entre las cinco realizadas hasta ahora.
El argentino Mauricio Macri y el brasileño Michel Temer nunca habían anunciado que participarían de la reunión, pero sí el mexicano Enrique Peña Nieto y el colombiano Juan Manuel Santos, que cancelaron sus viajes a última hora y sin dar explicaciones.
El caso más grave es el de Brasil, principal economía regional, que apenas envió a su vicecanciller, igual que Perú. Pero ambos países fueron la excepción, ya que 30 ministros de Relaciones Internacionales participaron de la cumbre de cancilleres el 24 de enero y varios encabezaron sus delegaciones al día siguiente en reemplazo de los jefes de Estado.
No es un secreto para nadie que la creación de la Celac representó un golpe a la Organización de Estados Americanos (OEA), dirigida desde Washington. Todos los países de este organismo forman parte del primero, a excepción de Estados Unidos y Canadá. Unidad latinoamericana para tener mayor independencia del Norte es el corazón político de Celac, aunque sólo consigue acuerdos genéricos por la diversidad de los gobiernos que la conforman.
Hasta ahora prevaleció en el organismo el interés común para mantener una dinámica de trabajo fructífera entre sus miembros y con otros bloques y países. En las intervenciones de todas las delegaciones siguió primando ese espíritu y no hubo pronunciamientos públicos contra la Celac, pero es evidente que muchos gobiernos le restaron importancia y privilegiaron el último año el acercamiento a Estados Unidos.
Frente a la incertidumbre mundial actual, pareciera que algunas cancillerías latinoamericanas decidieron sostener a la Celac pero quitarle fuerza. Resta saber si le encontrarán un sentido o la abandonarán en los próximos años.
Táctica bolivariana
La contracara de ese accionar fue el conjunto de los países del Alba. Los presidentes de Venezuela, Ecuador, Bolivia, Nicaragua y Cuba fueron en bloque a la cumbre junto a sus pares de Haití, El Salvador, Dominica y Guyana, más los primeros mandatarios de Antigua y Barbuda y Jamaica. Hubo 12 jefes de Estado presentes, sumando al anfitrión Danilo Medina, y cuatro vicepresidentes: los de Panamá, Costa Rica, Uruguay y Honduras.
“Con la Celac demostramos al mundo que no necesitamos acudir a la OEA para resolver nuestros problemas”, afirmó Rafael Correa. Pero agregó que “las diferencias también deben ser analizadas en el contexto de la Celac”, ante la ausencia de la mayoría de los presidentes.
Las primeras palabras de Raúl Castro también fueron en la dirección de construir consensos: “Nunca ha sido más necesario marchar efectivamente por el camino de la unidad, reconociendo que tenemos numerosos intereses en común. Trabajar por la ‘unidad en la diversidad’ es una necesidad impostergable”, aseguró el presidente cubano. Pero agregó que para ello, se requiere el “estricto cumplimiento” de no intervenir en los asuntos internos de cualquier otro Estado, en referencia a Venezuela.
Ante la preocupación existente por los efectos que las nuevas políticas de Estados Unidos pueden generar “en el comercio, empleo, migración y medio ambiente”, Raúl Castro consideró “imprescindible establecer cursos de acción comunes y hacer más efectiva la gestión de la Celac”. El nicaragüense Daniel Ortega acompañó esa línea e hizo hincapié en la “necesidad fundamental” de la unidad regional para afrontar la compleja etapa que se inaugura con las nuevas políticas anunciadas por Washington.
Uno de los discursos más fuertes contra Estados Unidos fue el de Evo Morales. “El capitalismo tiene que inventar guerras en todo el mundo para mantener su maquinaria”, denunció. Luego condenó los tratados de libre comercio (en línea con los planteos de Ecuador y Venezuela), punto en el que varios países de la Celac entran en choque, y recomendó nacionalizar empresas estratégicas.
Nicolás Maduro optó por afianzar la idea de integración de América Latina, dejando de lado diferencias ideológicas entre los gobiernos. “Que estemos celebrando un nuevo consenso en construcción; que estemos aprobando un documento con ideas centrales para nuestros países, nuestra región y para el mundo, es significativo”, apuntó. Luego alertó que “el mundo se está estremeciendo”, y ante eso hay dos opciones: “callarnos o actuar”. Quedó claro al repasar los asistentes a la cumbre quiénes eligen un camino y quiénes el otro. “Debemos encarar juntos, unidos, los retos de este mundo que se conmueve y se mueve. No hay alternativa”, concluyó.
Sobre los asuntos internos del país, Maduro saludó el apoyo de Celac contra al decreto injerencista de Barack Obama que considera a su país una “amenaza inusual y extraordinaria” para la seguridad de Estados Unidos, y agradeció el acompañamiento a los diálogos con la oposición venezolana, plasmados en el documento final.
Al término de la cumbre se aprobaron 20 declaraciones especiales, un plan de acción y una declaración política (ver recuadro). Luego República Dominicana traspasó la presidencia temporal del organismo al presidente de El Salvador, Salvador Sánchez Cerén, cercano a los países del Alba.
Hace cinco años, Hugo Chávez afirmaba esperanzado: “Yo estoy seguro que no nos van a descarrilar (…) entre nosotros habrá hermandad, paz, integración, unión, comprensión de los problemas de cada país”. En la quinta cumbre de la Celac la sensación es que el tren regional bajó drásticamente la marcha, pero no descarriló.
Ignacio Díaz
Fragmentos del documento final
La “Declaración Política de Punta Cana” reafirmó el compromiso de los 33 países miembros con la Celac para “seguir avanzando en la Unidad dentro de la Diversidad y en la integración latinoamericana y caribeña”, “conscientes de que la Celac es el mecanismo de concertación, unidad y diálogo político de la totalidad de América Latina y el Caribe”.
El documento de 71 puntos declara, entre otros temas:
“Reafirmamos nuestro compromiso con la consolidación de América Latina y el Caribe como Zona de Paz”.
“Apoyamos el proceso de diálogo nacional en Venezuela entre el Gobierno y la oposición”. “Alentamos a las Partes a realizar gestiones para lograr resultados concretos, así como a cumplir sin dilación los acuerdos alcanzados hasta ahora, garantizar la continuidad del proceso y retomar las conversaciones de buena fe y con alto compromiso constructivo y con pleno apego al Estado de derecho, a los derechos humanos y la institucionalidad democrática, especialmente a la separación de poderes en el marco de la constitución y las leyes de Venezuela y bajo el principio de respeto a la no intervención en los asuntos internos de los Estados”.
“Resaltamos el carácter de zona libre de armas nucleares de nuestra región”.
“Llamamos a la búsqueda de una solución justa, integral y duradera del conflicto israelí-palestino de conformidad con las resoluciones pertinentes de las Naciones Unidas”.
“Rechazo a la aplicación de medidas coercitivas unilaterales contrarias al derecho internacional, incluyendo las listas y certificaciones que afectan países de América Latina y el Caribe”.
“Reiteramos los contenidos (…) sobre acciones unilaterales contra Venezuela y consideramos que el Decreto Ejecutivo de Estados Unidos aprobado el 9 de marzo de 2015, debe ser revertido”.
“Acogemos con beneplácito los avances en las relaciones entre los Gobiernos de Cuba y los Estados Unidos (y) reafirmamos el llamado al gobierno de Estados Unidos a que, sin condicionamientos, ponga fin al bloqueo económico, comercial y financiero que impone a dicha nación hermana desde hace más de cinco décadas”.
“Consideramos que la devolución a Cuba del territorio que ocupa la Base Naval de Estados Unidos en Guantánamo, según ha sido reclamada reiteradamente por el pueblo y el gobierno cubano, debe ser un elemento relevante del proceso de normalización de relaciones entre ambos países”.
Rechaza la criminalización “de la migración irregular, así como todas las formas de racismo, xenofobia y discriminación contra los migrantes”. “Reiteramos nuestro compromiso para promover una migración ordenada, regular y segura”.
“Reiteramos el carácter latinoamericano y caribeño de Puerto Rico. Saludamos la amnistía recién otorgada por Estados Unidos al dirigente independentista Oscar López Rivera”.
Finalmente, se destaca “el más firme respaldo regional a los legítimos derechos de Argentina en la disputa de soberanía por las Islas Malvinas, Georgia del Sur y Sándwich del Sur y los espacios marítimos circundantes”.