Gabinete retrógrado ya cumple funciones en Brasil
El otrora “juez independiente” que terminó de formarse en Estados Unidos y cumplió el objetivo de poner preso al expresidente Lula es la cara visible del gabinete del gobierno ultraderechista de Jair Bolsonaro en Brasil.
Entre los 22 ministros resalta la figura del ministro de Justicia y Seguridad Pública Sergio Moro, quien tras haber negado aspirar a un cargo ejecutivo aceptó gustoso formar parte de un gobierno que toma algunas características del fascismo.
En su discurso de posesión, Moro prometió tomar medidas para endurecer las leyes contra la corrupción y el crimen organizado. A su vez, remarcó que buscará “dejar más clara” la obligatoriedad de cumplimiento de pena tras condena en segunda instancia, situación en la que se encuentra Lula.
La condena del expresidente brasileño no es un hecho menor, ya que lideraba todas las encuestas de cara a las elecciones del año pasado, por lo que hubiera sido el actual presidente en funciones. El premio para Moro es el actual cargo ministerial, desde el cual puede proyectar su figura personal y aspirar a un cargo mayor en el futuro.
Menos conocido, pero más fervorosamente anticomunista es el nuevo ministro de la Presidencia, el empresario Onyx Lorenzoni, que ocupa un cargo de extremo poder en la estructura del Gobierno.
Este jueves, Lorenzoni afirmó que “limpiará la casa”. Así denominó al plan de expulsión de funcionarios y empleados públicos que no estén alineados ideológicamente con el nuevo Gobierno. “Es la única manera de poder gobernar con nuestras ideas, nuestros conceptos y hacer lo que la sociedad brasileña decidió por mayoría: terminar con las ideas socialistas y comunistas que durante 30 años nos llevaron al caos en que vivimos”, declaró.
Al menos 300 empleados cuyos puestos puede administrar el gobierno de turno ya fueron expulsados. Lorenzoni dijo que algunos podrían ser recontratados tras una “evaluación ideológica”.
Otros cargos
El presidente del Partido Social Liberal (PSL), que prestó su sello a la candidatura de Bolsonaro se quedó con la Secretaría General de la Presidencia, mientras que un general -Carlos Alberto dos Santos- estará al mando de la Secretaría de Gobierno. Fue Secretario de Seguridad Pública durante el gobierno de Temer.
El Gabinete de Seguridad Institucional quedó al mando de otro militar: Augusto Heleno Ribeiro, quien comandó la controvertida misión de la ONU en Haití y también fue responsable militar de la Amazonía. Otro general asumió en Defensa: el ex jefe del Estado Mayor del Ejército Fernando Azevedo e Silva.
El nuevo Canciller es el diplomático de carrera Ernesto Araújo, que se declaró enemigo del marxismo, el “globalismo” y el cambio climático, en sintonía con el gobierno Trump.
Gobierno empresario y conservador
En Economía tomó el mando un defensor de la corriente ultraliberal de la Escuela de Chicago, Paulo Guedes, quien se formó en esa casa de estudios, partidaria de los llamados ajustes ortodoxos. Tendrá más poderes que los habituales, al asumir tareas de planificación, comercio e industria. Su plan está basado en privatizaciones y ajuste fiscal.
Otro miembro de la Escuela de Chicago, Roberto Campos Neto, asumió en el Banco Central. Proviene de la banca internacional privada.
En Agricultura está la lobista de los grandes terratenientes Tereza Correa, enemiga de las organizaciones campesinas.
Un civil formado en el Instituto Militar de Ingeniería tendrá a su cargo la cartera de Infraestructura, que incluye las áreas de Transportes, Puertos y Aeropuertos y Aviación Civil.
Otros militares asumieron en Minas y Energía y en Ciencia y Tecnología. Este último ministerio está a la cabeza del encabezado por el único brasileño que viajó al espacio, en una misión de la NASA estadounidense. Y un médico del Hospital General del Ejército es el ministro de Salud.
En Medio Ambiente está el retrogrado Ricardo Salles, abogado del grupo Endereza Brasil, defensor de valores ultraconservadores.
Educación quedó a cargo del colombiano Ricardo Vélez Rodríguez, profesor emérito de la Escuela de Estado Mayor del Ejército brasileño.
Mientras que el Ministerio de Mujer, Familia y Derechos Humanos quedó al mando de Damares Alves, una pastora evangelista que asesoraba un frente parlamentario evangelista. De allí también proviene la esposa del actual presidente, que podría tener incidencia y presencia pública en estos temas sociales.
La iglesia evangelista fue una de las principales financistas de la campaña presidencial de Bolsonaro y tiene un enorme poder en Brasil.