Por Adrián Fernández

Michael Richard Pompeo, conocido como Mike Pompeo, se suma a la lista de terroristas que, de mil maneras, intentan quedarse con el petróleo y las riquezas de Venezuela. En su reciente libro, confesó sin pelos en la lengua los planes imperialistas para financiar a la derecha extrema venezolana e invadir Venezuela.

Pompeo admitió que Estados Unidos entregó 1.000 millones de dólares a la oposición extremista vinculada a Guaidó, para que llevara «ayuda humanitaria» a Venezuela.

Quien fuera secretario de Estado de Estados Unidos de Donald Trump, publicó esta semana un libro donde confiesa los planes que pusieron en marcha y otros que contemplaron emprender contra Venezuela, entre ellos un ataque militar.

No dijo nada que no sepamos, por cierto. Otro de los asesores de Trump, el de Seguridad John Bolton, ya había confesado, en otro libro, los mismos planes. Aún así, los hechos suenan más rutilantes y reveladores cuando esas confesiones vienen del propio riñon del imperio.

Pompeo publicó esta semana un libro de memorias titulado ‘Nunca cedas ni un centímetro’, en el que da detalles sobre los planes y las decisiones que tomaron con Trump para intentar derrocar al presidente venezolano, Nicolás Maduro.

Pompeo dedica un capítulo entero a Venezuela y allí ratifica que junto al exconsejero de Seguridad, John Bolton, y el propio expresidente Trump, plantearon invadir Venezuela con tropas militares para provocar la caída de Maduro.

«En varios momentos, el presidente Trump, John Bolton y yo sugerimos la opción militar para Venezuela. Ninguno de nosotros quiso hablar públicamente sobre este importante medio de presión», detalla Pompeo en sus memorias.

El también exdirector de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) explica que lo que buscaron fue «hacerle la vida tan miserable al régimen para que Maduro y sus matones tuvieran que hacer un trato con la oposición».

Con este plan, sostiene, decidieron desconocer al mandatario y apoyar al diputado desconocido Juan Guaidó, a la sazón golpista y títere del imperio, reconocido por los gobiernos de derecha en Argentina, Paraguay, Brasil y varios más.

«Decidimos que no podíamos reconocer a Maduro como presidente legítimo de Venezuela. En cambio, el 23 de enero reconocimos al líder opositor de 35 años, relativamente desconocido, Juan Guaidó, presidente de la Asamblea Naconal, como presidente interino. Nos arriesgamos», dijo el exfuncionario de Trump.

Pompeo admitió que Estados Unidos entregó 1.000 millones de dólares a la oposición extremista vinculada a Guaidó, para que supuestamente llevara «ayuda humanitaria» a Venezuela.

Ese dinero, sabemos hoy a través del gobierno venezolano y de los mismos sectores de la oposición local, ‘desapareció’, robado por el grupo del pretendido «gobierno interino».

El exfuncionario confesó que Washington ejerció presión económica contra los venezolanos para tratar de forzar la salida de Maduro. Además, diseñó una campaña contra él y su gobierno, que fue promovida por «artistas aliados».

Pompeo hacía referencia así, seguramente, al «festival» musical que se organizó en la frontera con Colombia el día en que la derecha pretenció ingresar camiones con «ayuda humanitaria».

Recuerda en su libro que Estados Unidos aplicó una serie de fuertes sanciones contra la estatal Petróleos de Venezuela (Pdvsa) y confiscó bienes y fondos venezolanos en el extranjero, que, dicho sea de paso, aún mantiene ilícitamente retenidos.

La meta, según Pompeo, era quitarle al gobierno venezolano la capacidad de conseguir divisas y evitar que exportara «sus principales generadores de dinero: el petróleo y el oro».

A mediados de 2020, se conoció el libro de memorias de John Bolton (foto superior) en el que dedica un capítulo a Venezuela, en el que relata con datos precisos (y la previsible carga de justificativos para avanzar contra el Gobierno de Maduro) las principales ofensivas de los últimos tres años.

El capítulo, al que llama Venezuela libre, revela los nexos y la desconfianza de Washington con el golpista Juan Guaidó, las dudas de Trump partidario de la intervención militar, como lo hace ahora Pompeo.

Bolton también se refirió a su posición y de otros hombres del Gobierno de lanzar una fuerte ofensiva a partir de los informes –luego admitidos como equivocados o exagerados- que “la oposición” venezolana elevaba a Washington.

El texto revela, con nombres, apellidos, fechas, horas y comunicaciones, las disputas intentas estadounidenses para definir una estrategia única sobre la República Bolivariana de Venezuela.

Perdón a Nicolás Maduro y perdón a Evo Morales y a cientos de miles más, en nombre de las masas desclazadas que calificaban de mentirosas sus advertencias al momento que se ejecutaba. Millones de personas que sí dábamos crédito a la magnitud de semejante intentona.

El intento de magnicidio contra Nicolás Maduro en agosto de 2018 fue uno de los puntos culminantes de esta ofensiva. Podría haber sido el fin del proceso bolivariano tal como lo conocemos, podría haber devenido en guerra civil y en posterior intervención militar imperialista. Antes y después, los planes del imperio siguieron y, ya sin Trump, siguen.

El septiembre de 2017, el entonces presidente de Bolivia, Evo Morales, denunció la convocatoria que hizo Trump, a los mandatarios de Brasil, Colombia y Perú para hablar de la intervención militar en Venezuela.

En su cuenta de Twitter Morales escribió: “inadmisible cómo presidente Trump llama a su edificio a algunos presidentes latinos para que mientras cenan, apoyen intervención a Venezuela”.

Morales se refirió a una invitación que hizo Trump a una cena a sus homólogos de Brasil, Michel Temer; Colombia, Juan Manuel Santos, y Perú, Pedro Pablo Kuczynski, tres integrantes del ya esfumado Grupo de Lima.

Años después, Morales reveló que en una cumbre de presidentes, Trump a otros mandatarios si respaldaban su idea de invadir Venezuela. Ahora, desde las entrañas del imperio, llega esa confirmación.

Ni Bolton ni Pompeo revelan algo que no sepamos. También supimos del golpe a Lugo y a Dilma y a Zelaya y a Evo, todas embestidas con apoyo del norte.

El consumidor promedio de la prensa hegemónica de las grandes urbes latinoamericanas, arrastradas de narices por los medios cipayos, tienen una enorme tarea por delante. No conoce quien no quiere conocer.

La noticia en audio (voz: Salvatrice Sfilio)

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