Grupo de Puebla: piezas de un nuevo cuadro regional
Alberto Fernández regresó de México y será anfitrión del encuentro de dirigentes progresistas de América Latina.
Por Ignacio Díaz – @IGNACIODM
“El cambio es el progresismo”. Con este eslogan, el Grupo de Puebla se reunirá este viernes, sábado y domingo en Buenos Aires. Será el segundo encuentro oficial, tras el lanzamiento de este nuevo espacio hispanoamericano en julio pasado, en la ciudad de Puebla, México.
Un total de 32 dirigentes de 12 países distintos fueron convocados en Argentina para respaldar al presidente electo, Alberto Fernández, quien regresó este jueves de México tras reunirse con el presidente Andrés Manuel López Obrador.
El Grupo de Puebla busca dar un “nuevo impulso progresista” a la región, principalmente en Sudamérica y con el apoyo clave de México. Forman parte del grupo figuras como los expresidentes Rafael Correa (Ecuador), José “Pepe” Mujica (Uruguay), Fernando Lugo (Paraguay), Ernesto Samper (Colombia), José Luis Rodríguez Zapatero (España), la expresidenta brasileña Dilma Rousseff y el vicepresidente boliviano, Álvaro García Linera, entre otros.
Esta semana y desde México, el propio Alberto Fernández declaró que él mismo antes de ser candidato presidencial impulsó el Grupo de Puebla junto al dirigente chileno Marco Enríquez-Ominami.
En su sitio oficial, este nuevo foro regional advierte sobre la necesidad de actuar y reflexionar “ante la urgencia que representa el avance de la derecha conservadora” en América Latina. Según la visión del Grupo de Puebla, en los últimos años el impulso de la integración y la unión de los países de la región sufrió un retroceso importante que debe ser revertido.
Lo cierto es que los triunfos electorales de López Obrador en México y Alberto Fernández en Argentina sacaron de escena a dos gobiernos claves para la nueva estructura que estaba construyendo la derecha latinoamericana.
El lanzamiento del denominado Foro para el Progreso y Desarrollo de América Latina (PROSUR) en marzo pasado en Chile había sumado las firmas de los gobiernos de Colombia, Brasil, Perú, Ecuador, Argentina y Paraguay. Pero Macri deja el poder el 10 de diciembre y tanto Piñera como Lenín Moreno están duramente cuestionados y acorralados por las protestas sociales.
Este debilitamiento se observará en Brasilia cuando vuelva a reunirse este viernes el alicaído Grupo de Lima. Precisamente Brasil se transforma ahora en el polo central de articulación para la derecha latinoamericana aliada a Estados Unidos, que tiene al gobierno de Iván Duque en Colombia como otro punto clave.
Quedó claro este jueves, cuando por primera vez Brasil rompió su tradición histórica de apego al derecho internacional y votó con Estados Unidos e Israel (los únicos tres países del mundo) en contra de rechazar el bloqueo económico de Washington contra Cuba y su población. La resolución tuvo 187 votos a favor y dos abstenciones. En este último grupo aparecen Ucrania y Colombia, que rompieron filas con Europa y América Latina respectivamente.
Progresismo y neoliberalismo
Por el lado del progresismo, el Grupo de Puebla probablemente explore este fin de semana en Buenos Aires la posibilidad de acordar algunos puntos básicos de trabajo para empezar a desplegar una agenda conjunta que tenga como eje la integración regional y un distanciamiento prudente respecto de Washington. “Ni tan cerca, ni tan lejos”, podría ser el lema común de este conjunto de dirigentes que se distancia del Grupo de Lima y busca consolidar una polarización moderada entre «progresismo» y «neoliberalismo».
En este espacio no hay cabida para ningún partido político venezolano, ni oficialista ni opositor, pero probablemente el Grupo de Puebla apoye el diálogo entre venezolanos y rechace las amenazas y posturas agresivas de su contraparte de Lima. En los hechos, la posición de este último quedará debilitada.
Esto lo sabe el gobierno de Nicolás Maduro en Venezuela, que aunque quedó excluido de cualquier invitación, aseguró el pasado fin de semana desde La Habana que “se levanta brillante en el horizonte de América Latina el frente progresista, encabezado por dos líderes que van a jugar un papel determinante en los próximos años: el presidente de México, López Obrador, y el presidente electo de Argentina, Alberto Fernández. Un frente progresista, de avanzada antineoliberal”.
Desde México, rápidamente López Obrador rechazó que se busque conformar un “frente” y Alberto Fernández agregó que “los vínculos internacionales no pueden estar gobernados por la ideología”, para marcar un distanciamiento con Venezuela y evitar confrontar con Estados Unidos. A su vez, ambos buscaron sacar el foco sobre Caracas: López Obrador declaró tras la reunión con Fernández que ambos hablaron con preocupación “sobre lo que sucede en Ecuador y Chile”. El presidente electo argentino agregó que busca “reactivar la unidad regional”.
Pese a esta buena sintonía, López Obrador permanecerá en México este fin de semana y llegará a Buenos Aires probablemente la presidenta de su fuerza política (Morena), la dirigente Yeidckol Polevnsky.
Obstáculos en Buenos Aires
El problema para Fernández es la deuda que asumió el gobierno de Macri con el Fondo Monetario Internacional (FMI), a través de acuerdos que ya fueron incumplidos parcialmente por el Estado argentino. El plan de pagos en concepto de devolución de los préstamos es imposible de cumplir para el país. Por eso, Argentina necesita que el organismo internacional acceda a una renegociación que permita aliviar la situación en el corto plazo.
Aquí es donde entra en juego el gobierno de Donald Trump. Para Fernández no hay posibilidad de lograr apoyo del FMI sin el visto bueno de Estados Unidos, que podría exigir como moneda de cambio un giro en la política exterior que el presidente electo expresa en sus discursos.
En una reciente entrevista con Rafael Correa para su programa semanal en la cadena RT, Fernández lamentó que la región esté “en un proceso de desintegración creciente” y disparó: “Nos han dividido peligrosamente”. También apoyó la reconstrucción de Unasur y la unidad continental frente a la globalización.
“Tal vez el país más norteño de América Latina (México) y el país más al extremo sur (Argentina) puedan construir un eje que reviva de vuelta la unidad”, concluyó quien acaba de derrotar a Macri en las urnas. Pero es evidente que la Casa Blanca no facilitará esta estrategia y podría someter a Fernández a una dura presión a través del FMI.
Antes, habrá que ver si en la reunión de este fin de semana en Buenos Aires el Grupo de Puebla toma posicionamientos firmes y plantea avances concretos para una nueva agenda de integración regional.
Un mes después, este conjunto de dirigentes progresistas tiene pactado otro encuentro en Chile, los días 6, 7 y 8 de diciembre. ¿Confrontará este bloque con el debilitado gobierno de Piñera en su propio país?
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