Peña Nieto quedó arrinconado y sin respuestas para el país
Ignacio Díaz – América XXI
Dos hechos sacudieron al territorio mexicano en el inicio de 2017: las fuertes protestas y movilizaciones en rechazo al aumento de los precios de la gasolina que rigen desde el 1 de enero y la asunción del nuevo presidente de Estados Unidos, el 20. Ambas minaron la credibilidad y los apoyos del ya cuestionado presidente, Enrique Peña Nieto.
Sin embargo, el primer mandatario sostuvo el gasolinazo y procuró acercarse a Donald Trump pese a las constantes agresiones y amenazas de éste contra el país y su población. Cuando se había acordado un encuentro entre ambos el 31 de enero, el estadoundiense firmó la orden para completar el muro fronterizo en los kilómetros restantes y aseguró que el costo será reembolsado en su totalidad por México, hecho que obligó a Peña Nieto a cancelar su visita a Washington.
No conforme con eso, Trump dio un paso más y propuso en una reunión del Partido Republicano aplicar un arancel del 20% a la importación de todos los productos mexicanos. Según cálculos gubernamentales, ese impuesto permitiría recaudar 10 mil millones de dólares al año y el muro costaría entre 8 y 20 mil millones. En cualquier caso, sólo el Congreso puede tomar esa medida en el marco de una reforma tributaria y la consecuencia sería el fin del Tratado de Libre Comercio de las Américas (Tlcan) suscripto por Estados Unidos, México y Canadá.
El otro frente que afecta al gobierno del PRI es el económico, íntimamente relacionado con los dos anteriores. Según datos nacionales, entre 2008 y 2015 la pobreza pasó de 44,3% a 46,2%, pero según la organización latinoamericana Cepal la mayoría de los mexicanos ya es pobre –53,2% al terminar 2014– y uno de cada cinco es indigente (20,6%). Una de las causas de esta tragedia social es que México es el único país de América Latina donde el salario mínimo legal está por debajo de la línea de pobreza, aunque tiene una de las economías más desarrolladas de la región. Pese a esta situación, en los últimos dos años Peña Nieto recortó programas dependientes de la Secretaría de Desarrollo Social.
Es sobre este delicado cuadro social que el aumento de los precios de las gasolinas y el diesel disparó la indignación de amplios sectores de la población en todo el país. Junto a las marchas pacíficas también se registraron saqueos en unos 800 comercios y hechos violentos, algunos de los cuales fueron motorizados por autoridades estatales, según pruebas evidentes difundidas por internet. Hubo al menos seis muertos y más de 1.500 detenidos.
Este descontento llegó también a los empresarios y la Iglesia, que ven con preocupación el levantamiento de distintas poblaciones. La Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) pidió “reconsiderar seriamente” el aumento de la gasolina, y la Confederación Patronal (Coparmex), que aglutina empresarios de todos los sectores, rechazó firmar el Acuerdo para el Fortalecimiento Económico y la Protección de la Economía Familiar que lanzó de apuro el Gobierno para calmar las aguas. “Los mexicanos necesitan urgentemente un liderazgo que ponga la mirada en los temas relevantes, que genere consensos sociales en todos los sectores, que verdaderamente coloque a México como prioridad”, le respondieron al Presidente. El bloque de poder quedó resquebrajado.
Según una encuesta publicada en enero por el periódico Reforma, la aprobación de Enrique Peña Nieto es de apenas 12%. La pregunta ya es ineludible: ¿llegará a completar su mandato?
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