Banco Mundial: “Los cielos se oscurecen”
La sombra de otra crisis económica mundial vuelve a asomar en el actual cuadro internacional. La advertencia no vino esta vez de organizaciones anticapitalistas, sino del propio Banco Mundial, que decidió titular su último informe con la frase “los cielos se oscurecen”.
No es novedad la revisión a la baja de las previsiones sobre el crecimiento económico a nivel mundial, que ahora cayeron a un 2,9% para 2019 y un 2,8% para 2020. En cambio, sí cabe destacar que los pronósticos son ahora descendentes hacia el futuro.
El freno en el comercio internacional y los bruscos movimientos en los sistemas financieros de los países denominados “en desarrollo” son los primeros síntomas visibles de los problemas económicos internacionales. “La economía mundial perdió velocidad durante 2018 y el camino puede tener más sobresaltos en este año”, declaró la directora ejecutiva del Banco Mundial, Kristalina Georgieva.
Regiones y países
Pese a que los cambios en los números fueron mínimos, el organismo multilateral asegura que el descenso del crecimiento es generalizado y afecta a todos los países. El pronóstico incluye una rebaja en los números de China, que podría bajar de un crecimiento de 6,5% en 2018 a uno de 6,2% este año.
“Las autoridades chinas han cambiado a unas políticas fiscales y monetarias más expansivas en respuesta a un contexto externo con más desafíos, incluida la escalada de tensiones comerciales (con Estados Unidos)”, plantea el informe.
La economía que más crecerá en 2019 será la de India, con una estimación de 7,5%, mismo porcentaje que el estimado en 2018.
Por su parte, la eurozona sufrirá otro freno más en su economía, con perspectivas de un 1,6% de crecimiento para todo 2019. En Estados Unidos la previsión es de un 2,5%.
Para América Latina lo esperado es un crecimiento mínimo de 0,6% en 2018 y 1,7% en 2019, revisado a la baja por las perspectivas de continuidad de la recesión económica en Argentina.
Por último, el Banco Mundial remarcó el riesgo que suponen los altos niveles de endeudamiento públicos y privados y la inestabilidad de los factores que permitieron mantener una baja inflación a nivel mundial durante la última década.