La última gran mentira del ministro de Defensa uribista
Guillermo Botero dejó el Gobierno tras confirmarse que un bombardeo contra guerrilleros mató a ocho menores.
El ministro de Defensa de Colombia, Guillermo Botero, presentó renuncia luego de que se confirmara que durante un bombardeo militar a un campamento de guerrilleros murieron ocho menores de edad, algo que el Gobierno de Iván Duque primero negó y el uribismo minimizó.
El hecho ocurrió el 2 de septiembre en San Vicente del Caguán, Caquetá, en el sur del país, cuando el ataque militar provocó la muerte de 14 insurgentes y entre ellos había ocho menores de edad, reclutados por el grupo armado.
Botero dimitió un día después de que el Senado debatiera el tema. Allí, el senador opositor Roy Barreras reveló que en el bombardeo fallecieron siete menores, de entre 12 y 17 años (luego, este miércoles, la Fiscalía informó que eran ocho los menores).
Barreras culpó a Botero de permitir ejecuciones de civiles y ocultar la muerte de menores en ese bombardeo, en el que murió el líder del grupo armado, identificado con el alias Gildardo Cucho.
“Usted le escondió a Colombia que ese día bombardeó a niños y murieron siete menores; usted por qué no le contó a Colombia que había bombardeado niños en ese operativo”, reclamó el legislador, que presentó informes de Medicina Legal sobre la muerte de los menores.
Este miércoles por la noche, un comunicado firmado por Botero señaló que tras reunirse con Duque «para analizar la actual coyuntura política, se acordó que lo más conveniente era presentar renuncia al cargo de ministro de Defensa nacional».
Una de las acusaciones que pesan sobre el ministro y sobre el poder político y militar, incluyendo a Iván Duque, es la violación al Derecho Internacional Humanitario (DIH), que obliga a los Estados a proteger a civiles víctimas de violencia armada.
«Autoricé adelantar la ofensiva contra esta cuadrilla de delincuentes narcoterroristas», dijo Duque al día siguiente del bombardeo pero ocultó que entre los «delincuentes narcoterroristas» fueron masacrados ocho niños que habían sido reclutados por el grupo armado.
Las víctimas fueron identificadas como Ángela Gaitán (12 años); Sandra Vargas (16); Diana Medina (16); José Rojas (15); Jhon Pinzón (17); Wilmer Castro (17) y Abimiller Morales (17).
El ahora ex ministro había afirmado inicialmente que el bombardeo fue una operación legitima y negó que las autoridades judiciales hayan iniciado investigaciones contra los militares que participaron en esa acción.
«Todas las operaciones militares están precedidas de una fase de planeamiento denominada proceso militar de toma de decisiones», dijo Botero.
«Este proceso está acompañado en todas sus fases por el asesor jurídico operacional, figura que se implementó en todas las Fuerzas Militares desde 2008», agregó. Fue su última mentira como ministro de Defensa.
El renunciado ministro estuvo el martes en el Senado y debía ser sometido a una moción de censura la próxima semana.
Luego de la desmovilización de las FARC, en 2016, algunos de sus integrantes siguieron operando en varias regiones del país aunque lejos de sus históricas reivindicaciones sociales y dedicados al narcotráfico y a otras acciones ilegales.
Justificar y minimizar
Desde que comenzó a publicarse información sobre los menores muertos en el bombardeo y hasta este miércoles en que renunció Botero, el gobierno de Duque intentó esconder la información y luego minimizar los alcances.
Además de admitir que él mismo ordenó el bombardeo, el presidente Duque omitió que entre las víctimas fatales había menores de edad.
Los jefes militares de Duque y su ahora exministro aseguraron que desconocían la presencia de menores entre las filas de los grupos armados.
Sin embargo, el portal web «La silla vacía« señaló que en la zona donde se produjo el bombardeo, le habían advertido a las Fuerzas Militares que las disidencias de la guerrilla se estaban llevando niños para obligarlos a estar en sus filas.
Desde el año pasado el alcalde Humberto Sánchez, del Centro Democrático, el mismo partido que Duque y del ex presidente Álvaro Uribe, dijo que tenían información que mostraría que las disidencias estaban visitando escuelas para reclutar menores.
Esa información fue denunciada por la Alcaldía en los Consejos de Seguridad que trabajan en el municipio, tanto en febrero como en mayo de este año.
Esos Consejos de Seguridad están formados por la Fiscalía, Personería, el Comando Específico del Caguán, la Sexta División, la Fuerza Tarea Júpiter y Omega, la Policía Nacional y la Administración Municipal, señaló el portal.
Quien también respaldó hasta último momento a Botero fue el expresidente y actual senador Álvaro Uribe, que además menospreció a los menores y subestimó su destino.
«Si hay unos niños que están en el campamento de un terrorista, ¿qué supone uno? ¿Llegarían allá por su curiosidad a jugar fútbol o fueron reclutados por el terrorista?», dijo Uribe.
La vicepresidenta de Colombia, Marta Lucía Ramírez, reflexionó: «no me parece que el país pueda llegar en este momento a pretender hacer tierra rasada con los militares cuando al final del día si están haciendo una operación es prácticamente imposible saber si abajo hay niños”.
Las mentiras de la espada uribista
A lo largo de su año y dos meses en el cargo, Botero incurrió en varias y graves mentiras para ocultar asesinatos, subestimó las muertes de líderes sociales, minimizó asuntos de derechos humanos y fue acusado de ordenar falsos positivos.
Los falsos positivos son una práctica potenciada durante los años de Uribe y consiste en el asesinato de civiles que luego eran hechos pasar como combatientes abatidos por las fuerzas de seguridad.
Botero dijo una vez que a algunos líderes sociales los mataban por “líos de faldas”, pese a que organizaciones ciudadanas de Colombia e internacionales como la ONU alertaron sobre el asesinato de líderes y lideresas.
Uno de los casos más graves fue cuando Botero mintió sobre el asesinato de Dimar Torres, un ex guerrillero de las Farc que había dejado las armas y se había volcado a la paz.
En su momento, Botero señaló que Torres murió en una riña con soldados que «actuaron en legítima defensa» aunque luego se supo, por denuncias de la comunidad, que fue secuestrado y asesinado por un grupo militar que más tarde intentó ocultar su cadáver en una fosa.
Este miércoles, unas horas antes de que se oficializara la renuncia, el periodista Jesús Blanquicet, le preguntó a Duque por el bombardeo. «¿De qué me hablas, viejo?», respondió el presidente colombiano.
Blanquicet compartió por la red social Twitter una denuncia sobre el maltrato que recibió por parte del cuerpo de seguridad de la presidencia, señaló que, tras su pregunta, fue retenido y golpeado.
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