Celac: un organismo que perdió fuerza – Por Ignacio Díaz
26 enero, 2017
category: FORO DEBATE
De aquella histórica primera cumbre que ningún presidente quería perderse en diciembre de 2011, en Caracas, a la celebrada el último 25 de enero en Punta Cana hubo grandes cambios. Aunque sólo pasaron cinco años, apenas 12 de los 33 primeros mandatarios acudieron a la cita y algunos se ausentaron pocas horas antes de la reunión. Este hecho levanta sospechas de una decisión coordinada entre los cuatro países más grandes de la región: Brasil, México, Argentina y Colombia, para dejar a la cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) con la menor asistencia de jefes de Estado entre las cinco realizadas hasta ahora.
El argentino Mauricio Macri y el brasileño Michel Temer nunca habían anunciado que participarían de la reunión, pero sí el mexicano Enrique Peña Nieto y el colombiano Juan Manuel Santos, que cancelaron sus viajes a última hora y sin dar explicaciones. Para Peña Nieto la reunión podía servir para recoger solidaridad ante las amenazas de Donald Trump, que el mismo día de la cumbre volvió a ratificar la construcción del muro fronterizo. Por el lado del colombiano Juan Manuel Santos, su participación en este tipo de encuentros siempre genera apoyos al proceso de paz con las Farc, al que ahora acaba de sumarse el inicio de las negociaciones con el Ejército de Liberación Nacional (ELN).
El caso más grave es el de Brasil, principal economía regional, que apenas envió a su vicecanciller, igual que Perú. En este caso ambos países fueron la excepción, ya que 30 ministros de Relaciones Internacionales participaron de la cumbre de cancilleres el 24 de enero y varios encabezaron sus delegaciones al día siguiente en reemplazo de los jefes de Estado.
No es un secreto para nadie que la creación de la Celac representó un golpe para la Organización de Estados Americanos (OEA), dirigida desde Washington. Todos los países de este organismo forman parte del primero, a excepción de Estados Unidos y Canadá. Unidad latinoamericana para una mayor independencia (o menor dependencia) del Norte es el corazón político de Celac, que no puede concretar acuerdos más que genéricos por la diversidad de los gobiernos que la conforman.
Hasta ahora prevaleció en el organismo el interés común de generar concordancia, para mantener una dinámica de trabajo fructífera entre sus miembros y con otros bloques y países. En las intervenciones de todas las delegaciones siguió primando ese espíritu y no hubo pronunciamientos públicos contra la Celac, pero es evidente que muchos gobiernos le restaron importancia y privilegiaron el último año el acercamiento a Estados Unidos. Ahora están atónitos tras el triunfo de Trump, pero dejaron en evidencia que no confrontarán con él, ni siquiera el presidente mexicano.
Frente a la incertidumbre mundial actual, pareciera que algunas cancillerías latinoamericanas decidieron sostener a la Celac pero quitarle fuerza. No puede saberse todavía si le encontrarán un sentido o la abandonarán en los próximos años.
La contracara de ese accionar fue el conjunto de los países del Alba. Los presidentes de Venezuela, Ecuador, Bolivia, Nicaragua y Cuba fueron en bloque a la cumbre para respaldar la Celac.
Hace cinco años, Hugo Chávez afirmaba esperanzado: “Yo estoy seguro que no nos van a descarrilar (…) entre nosotros habrá hermandad, paz, integración, unión, comprensión de los problemas de cada país”. En la quinta cumbre de la Celac la sensación es que el tren regional bajó drásticamente la marcha, pero todavía no descarriló.