Violencia institucional y gatillo fácil en la policía porteña
Por María Jagoe
En un país donde una persona es asesinada cada 20 horas por fuerzas del Estado argentino, la ciudad de Buenos Aires tiene la policía más nueva y, a su vez, una de las más cruentas del país, tanto en asesinatos bajo la modalidad del llamado gatillo fácil, como la represión y violencia ejercida contra los sectores populares.
Medida la violencia institucional por millón de habitantes, la represión es uniforme en todo el territorio argentino. Las primeras de la lista son las provincias de Buenos Aires, Tierra del Fuego, Santa Fe, Chubut, Mendoza, La Pampa, Río Negro y la referida Ciudad de Buenos Aires.
La particularidad de la policía porteña está dada por el hecho de ser la más nueva de todas las provincias (nació en 2017), por las infundadas expectativas de que podría haber nacido como una fuerza policial moderna y por los recientes hechos violentos, incluyendo asesinatos y represión con fuerte estigmatización de los sectores populares.
La Ciudad de Buenos Aires registró 472 hechos de violencia institucional entre julio y noviembre de este año, lo que equivale a tres por día. Los datos surgen de un informe del Ministerio Público de la Defensa porteño. En el 90% de los casos, la violencia provino de la Policía de la Ciudad.
La Defensora General, Marcela Millán, destacó que estas prácticas estructuradas de violación de derechos por parte de funcionarios de distintas fuerzas no son casos aislados. “Son sistemáticas, rutinarias y, en algunos casos, hasta legitimadas normativamente y bordeando la legalidad y la ilegalidad, pero naturalizadas por algunos agentes del sistema penal”, explicó.
La discusión sobre el accionar de la Policía de la Ciudad resurgió en noviembre a partir del asesinato de Lucas González, un jugador de fútbol de 17 años. Lucas iba en auto con otros tres amigos cuando fueron interceptados por policías de civil, sin identificación, que los balearon. Luego, para encubrir el hecho, realizaron un informe con datos falsos que hablaba de una supuesta persecución y tiroteo. Hay cinco efectivos detenidos.
Este caso expone un modus operandi que parece ser común dentro de la fuerza: grupos de policías sin identificación, en automóviles particulares, que supuestamente deberían realizar sólo tareas de investigación pero terminan participando en balaceras y detenciones. Cuando estos operativos devienen en casos de “gatillo fácil”, lo que suele seguir es el encubrimiento.
Lee el informe completo en nuestro Boletín Semanal, gratuito para nuestros suscriptores.