Temer aplica otro fuerte ajuste fiscal en Brasil
Un nuevo recorte del gasto público y el fin de incentivos impositivos para 50 sectores empresariales fueron anunciados por el gobierno no electo de Brasil para cumplir con la meta fiscal de este año. El anuncio lo hicieron en conjunto el ministro de Economía, Henrique Meirelles, y el de Planificación, Dyogo Oliveira, que trabajan para que el déficit de 2017 no pase los 44.700 millones de dólares establecidos en el presupuesto.
Esta vez, el presidente Temer no pudo descargar todo el peso del ajuste sobre la población y decidió cortar los incentivos dados a más de 40 mil empresas sobre los aportes patronales por empleados, una medida que había aplicado en 2011 Dilma Rousseff ante el impacto de la crisis internacional. Ante las críticas, Meirelles aseguró en conferencia de prensa que “el fin de la exención” no es “un aumento de impuestos”, sino “la eliminación de una opción adoptada por el gobierno anterior que no funcionó”.
Distintos sectores económicos salieron al cruce de Temer tras los anuncios, pero el presidente de la potente Federación de Industrias del Estado de San Pablo (Fiesp), Paulo Skaf, respaldó las medidas porque evitaron “un mal mayor, el de crear nuevos impuestos”. Los empresarios además celebraron la semana pasada la aprobación de una ley que habilita la tercerización laboral (subcontratación) en todos los sectores de la economía, tras una inédita maniobra del Congreso que en menos de 24 horas aprobó un proyecto presentado en 1998.
Contrario al discurso económico instalado para argumentar la necesidad de poner fin al gobierno de Dilma Rousseff el año pasado, el déficit fiscal del país se multiplicó desde la asunción de Temer. La meta del déficit proyectada en 2016 era de 30 mil millones de dólares, pero al terminar el año esa cifra se duplicó.
La economía del país arrastra una recesión de dos años, con caídas del PBI superiores al 3,5% y sin recuperación a la vista. Sin embargo, Temer aseguró que “Brasil está siendo colocado sobre los carriles y quien venga después encontrará un país en que el que la locomotora podrá ir tranquilamente porque las vías están bien puestas”. La población no piensa lo mismo, por eso la aprobación del presidente no electo es de sólo 10% según encuestas.